El movimiento de aperturas y cierres, forzosos o no, se ha convertido en una dinámica vertiginosa en la calle Torreiro, uno de los epicentros de la marcha de primera hora en A Coruña. Tal y como adelantó El Ideal Gallego, con el caso de La Intrusa todavía en el aire y pendiente de la burocracia, la Jamonería Bellota acaba de iniciar su andadura justo enfrente. Además próximamente debe llegar también Mama Farina, un espacio de pizza al corte. El que no volverá es el local con más capacidad de atracción de la calle, el que hasta el pasado fin de semana albergó los pubs Brétema y Amoa.
No se trata de un cierre forzoso por cuestiones de licencia, ni tampoco una violación de la normativa vigente. En este caso existen razones de peso que podrían medirse en un ‘kilo’. O incluso algo más. Es el precio por el que el dueño del número 13 de la calle Torreiro ha cerrado el traspaso del inmueble, y que ha obligado a un vaciado exprés del local por parte de los que fueron sus encargados durante los últimos tres años. Apenas hubo tiempo para una fiesta de despedida el pasado 28 de junio, a la que acudieron cientos de habituales cada fin de semana.
Y es que Brétema y Amoa eran un espacio difícil de clasificar por tipo de cliente o música, lo que seguramente explica en buena medida la clave de su éxito desde que Charli Pastoriza y Jacobo Vázquez asumieron la gerencia hace tres años. Entonces tomaron el relevo del Bergin, un pub de ‘tardeo’ que tuvo altibajos constantes y que no acabó por encandilar a los coruñeses. Los dos socios decidieron dividir el espacio en dos ambientes, terraza aparte, y la fórmula dio en un éxito postpandemia que no entendió de edades, tribus urbanas o controles de acceso. “Eran dos locales sin clasismo ni dress code, y eso lo asimiló todo el personal”, indica Pastoriza. “La idea era que la gente salía a disfrutar y, la verdad, fue una experiencia muy divertida que no pensaba vivir ya con 40 años”, añade el empresario y DJ.
De hecho, Brétema y Amoa rápidamente encandilaron a sus gerentes, hasta el punto que durante los últimos meses mantuvieron una negociación constante con la propiedad del que fuera una de las ubicaciones de Barros, así como de la aventura coruñesa de la tienda de discos Virgin. No obstante, los más de 800 metros cuadrados de extensión, terraza aparte, requerían de una inversión que no estaba al alcance de todos los bolsillos. Por Brétema y Amoa se interesaron un fondo chino y varios empresarios anónimos más. Aunque el precio rondaba hace meses los 800.000 euros, una tasación reciente situaba el precio cerca del millón y medio de euros. El pasado jueves se realizaron los trámites del adiós de Brétema y Amoa en la notaría, y con ello el adiós a las ilusiones de sus hasta ahora responsables. “Hoy en día los bancos tampoco dan demasiadas facilidades para una inversión semejante a dos chavales”, indica Pastoriza, que a comienzo de año también estuvo a punto de hacerse con Studio 54, al que renunció por no encontrar las condiciones inicialmente pactadas.
Ya sea como bazar de moda, tienda de discos de una multinacional del ocio y simplemente como referente de la noche de la ciudad con más marcha del noroeste, lo que está claro es que el número 13 de la calle Torreiro encierra una fórmula del éxito.
El grupo empresarial de Charli Pastoriza y Jacobo Vázquez comenzó 2025 como uno de los incipientes en la noche de A Coruña. Sin querer convertirse en un conglomerado hostelero, la planificación comenzó con Brétema y Amoa, Studio 54 y Tío Ovidio. Poco más de medio año después, el histórico café de la confluencia entre rúa Alta y la calle Orzán es a día de hoy el que queda en sus manos. Y también el que permanece intacto pese al traspaso. “Tenemos que poner el local a andar”, dice uno de los socios, que cree que no es el momento de aventuras hosteleras. “Con la situación actual está muy complicado meterse en un pub”, sentencia.