La sinergia que demuestran los bares de la calle Torreiro ha llevado a que, más que una calle con locales de hostelería, mucha gente empieza a referirse a ella como una zona de marcha en sí. Sin embargo, desde que el pasado mes de febrero La Intrusa tuvo que bajar la verja por imperativo legal (había superado el límite acústico, además de alterado el sonógrafo), el vacío fue más que evidente: además de ser uno de los bares con más fieles su terraza era casi el comienzo de una ruta del tardeo que incluye al Bristol o La Campana. Por todo ello su retorno el pasado sábado en forma de festival fue por todo lo alto.
Más de catorce horas de actividad ininterrumpida, entre las 13.00 y las 03.00 de la mañana, y una estimación de medio millar de clientes en la rotación de todo el día. De hecho, algunos dijeron acudir solamente por lo que representó el cierre en su día. “Yo no había venido en la vida, pero A Coruña es A Coruña y no una ciudad muerta como quieren algunos”, afirma Víctor, de 28 años. Para Bianca, una florentina de 24 años que llegó como erasmus y acabó aficándose en A Coruña por el atractivo de la ciudad, La Intrusa es una parada obligada. “Yo venía todos los fines de semana y nunca vi ningún tipo de ambiente o situación que pudiera molestar a los vecinos. Siempre cerraban y desalojaban en hora la terraza y el interior, ¿qué puede tener de bueno que se pierda la vida de una ciudad?”, se pregunta
Los menos nocturnos agotaron en cuestión de minutos la generosa cantidad de callos de La Esquina de Valentina que se repartieron desde las 13.00 horas. Fue el calentamiento para un tarde intensa y en el que la happy hour se le hizo demasiado corta a los que tuvieron la suerte de encontrar sitio en la terraza. Acompañó la tarde y también la colaboración del resto de locales. Es raro el cliente que, una vez para en Torreiro, visite solamente uno de sus bares.
Ya entrada la madrugada la reapertura y la situación del sector siguieron siendo uno de los temas de conversación. De hecho, cuando a alguno se le escapó algún grito fueron los propios clientes los que le advirtieron: “Neno, ¿quieres que le vuelvan a chapar el garito? Compórtate o pírate”. Sería un buen eslogan para la campaña del Ayuntamiento sobre ruido en el ocio nocturno.