El hombre que seguía ahí, contra todo nuestro pronóstico.
Sin decirlo abiertamente, que las demandas no le gustan a nadie, extiende la sombra de dopaje sobre Rafa Nadal, recordando que perdió en dos ocasiones al día siguiente de un control y que la única vez que quisieron hacerle uno por sorpresa el entorno del jugador estalló.
A lo mejor Europa se lo tiene que recordar a nuestros dirigentes, que lo mismo se han despistado un poco con el ansia de poder.
Que no es que tengamos querencia a tropezar con la misma piedra, es que la vamos buscando.
Una cosa es que Hacienda y la Abogacía del Estado sean vehementes en su búsqueda de irregularidades y otra que insistan en darse repetidamente contra una pared.
Chris Hemsworth quiere que le tomen en serio como actor y se teme que sea difícil que alguien llegue a apreciar su potencial interpretativo cuando todo lo eclipsan sus músculos.
En cualquier caso, de lo que se trata ahora es de hacer hincapié en que no se aferra al cargo.
Así que ahora que el Gobierno está abierto a apostar por la Sputnik al presidente solo le queda tratar de quitarle mérito a Ayuso diciendo que la compra solamente se hará en una actuación unida de los miembros de la UE: “Somos mucho más fuertes siendo 400 millones de personas que siendo ‘x’ millones en una comunidad autónoma”.
Lo que no se había sabido hasta ahora es que acabó ingresado con una perforación de pulmón a causa del tremendo topetazo que se dio contra el suelo cuando su público se apartó al verle caer.
Comprar un cuadro en una subasta por unos pocos miles de euros –el precio de salida era 1.500– y encontrarte con que es un Caravaggio es un de esas cosas que parece que solo pasan en las películas.
El propio Ejecutivo se había encargado de defender las prórrogas del estado de alarma como única vía para mantener medidas como el toque de queda y el cierre perimetral, así que la cosa se complica.
De momento, hay un mes de margen antes de la fecha prevista para la segunda parte de la inmunización y sería de agradecer que el Gobierno no dejase para el último momento la decisión, por aquello de no añadir más incertidumbre a nuestras vidas, que ya vamos sobrados.
Si a eso le añadimos los gastos de representación, el de peluquería y demás, es normal que Carles Puigdemont esté buscando nuevas vías de financiación para mantener, esté dónde esté, la dignidad que le corresponde (o que él cree que le corresponde) a un president de la Generalitat despojado de su cargo por un Estado opresor.
El baile del verano, quita y pon, lo podemos llamar, de momento queda así: quietos sobre la toalla –también vale hamaca, silla o esterilla, que nos conocemos–, sin mascarilla; de paseo por la orilla, con mascarilla; comiendo en el merendero, sin mascarilla; de camino al mismo o a comprar un helado, con mascarilla; en el agua, sin mascarilla; en el trayecto hasta el agua, sin mascarilla, pero por el camino más corto, que si no igual es paseo y te la tienes que poner.
Buena se montó cuando se supo que responsables de la Comunidad de Madrid se reunieron con un responsable de la compañía que fabricará en España la vacuna rusa Spuntnik.
Pero incluso esto lo hacen diferente: que tú me haces una falta más dura de lo normal, yo te levanto por los aires con una especie de llave de lucha libre y te tiro al suelo.
De ahí que ante el supuesto caso de insultos racistas al jugador del Valencia Mouctar Diakhaby, Soto diga que es “un chivato y un llorón” y le recuerde que “el fútbol es cosa de hombres”.
La última víctima es Carlos Bardem, que ha tenido la osadía de recordar que los actores trabajan sin mascarilla y sin distancia de seguridad y ha pedido al Gobierno que los tenga en cuenta a la hora de establecer grupos de vacunación.
Desde el primer minuto, cuando Ayuso ordenó el cierre de los colegios mientras el resto aún estábamos aprendiendo cómo se llamaba el bicho, pasando por los confinamientos por barrios, la apertura de la hostelería o la negativa al cierre perimetral.
Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer.