Casa Pilar, uno de los establecimientos de hostelería más reconocidos y reconocibles de Emilia Pardo Bazán, cambia de propiedad, enfoque y nombre. El restaurante de cocina tradicional ofrecerá desde 2026 dos líneas de negocio, una por cada entrada: una brasa de toda la vida y una taberna castiza, este último un concepto que empieza a ganar adeptos en la zona y que también definirá la resurrección del Oslo, en la esquina con la plaza de Vigo .

Detrás del proyecto, que rebautizará el local del número 40 de Emilia Pardo Bazán como La Comercial, están Jorge Otero, sobre el que recaerá la gerencia, y su socio Daniel Campelo, un emprendedor formado por toda España y que ha tenido muy claro por dónde debe pasar la nueva aventura de Casa Pilar. “Es un proyecto en común con un amigo, que ahora será mi socio, y al que se puede definir como una persona muy foodie, que vivió en Barcelona, es de Madrid, va mucho a Andalucía y al que le encanta Extremadura”, indica Otero. “De todo eso ha ido cogiendo apuntes para este negocio”, añade el hostelero.

Rostro conocido

La responsabilidad de hacerse con un negocio histórico y mantenerlo como un referente para los vecinos de una zona especialmente exigente no es una novedad para Jorge Otero. En 2007 tomó las riendas de Casa Ponte, un establecimiento con 75 años de antigüedad al que el paso del tiempo sienta cada vez mejor. También puede presumir de la buena salud de La Chula, abierta a escasos metros de distancia en 2023 como bar tradicional. Ahora, a las puertas de echar a andar La Comercial, cree que con tres marcas bajo el brazo es suficiente. “Esperemos quedarnos así”, indica el empresario, que apunta a comienzos de 2026 para ver el el proyecto hecho realidad. 

En el horizonte de los dos socios está el hecho de que un coruñés eche a andar una taberna castiza (o madrileña, según algunos) en plena capital de España. Son planes a largo plazo que demuestran la confianza en la doble apuesta a la que todavía están terminando de dar forma los dos ideólogos de La Comercial. 

La doble entrada de Casa Pilar lo ha hecho todo mucho más fácil y abierto a la imaginación. La apuesta culinaria se mantendrá con el restaurante de brasa, en una línea tradicional y con primeras calidades. Por el otro lado, y con una marcada diferenciación entre los dos establecimientos, la taberna castiza: embutidos y quesos cortados a cuchillo, gildas, huevos con camarón y gambas o encurtidos, entre otras muchas opciones. “Se trata de acercar el centro de la Península al cliente coruñés”, explica Otero, el hostelero más ambicioso y ecléctico de una arteria como Emilia Pardo Bazán.