Eso de que las crisis agudizan el ingenio empieza a ser uno de los factores que definen a una sociedad actual que en A Coruña, durante unas horas, revivió sensaciones parecidas a los meses de encierro pandémico. Al igual que en aquel periodo crítico de 2020, algunas de las historias más sorprendentes y agradables tienen que ver con los más pequeños y la capacidad de inventiva de sus padres para minimizar el impacto de los contratiempos externos. Uno de los mejores ejemplos tuvo lugar en la plaza de María Pita, donde los vecinos hicieron del kilómetro 0 de la ciudad un gran patio de juegos. 

El paralelismo con losaños del covid estuvo principalmente en el hecho de que la iniciativa fue básicamente de balcón a balcón, lo que por otra parte creó un efecto sonoro que alguno de los contados viandantes definió como de película de terror: un escenario a oscuras y voces de niños alternándose de esquina a esquina de la plaza, rebotando y alternándose con alguna risa inocente, o macabra según el enfoque. En realidad se trataba solamente del clásico escondite primero y, una vez todos estaban en sus casas, del no menos célebre 'Veo, veo'. 

Ver, ver, lo que se dice ver, no se veía demasiado. Eso sí, las linternas de los viandantes, unas de teléfonos móviles y otras analógicas, sirvieron como guía una vez el reloj de María Pita también se quedó a oscuras, pasada la medianoche. Los que también se lo pasasron como niños fueron los padres, quienes acabaron por unirse al juego y hacer más llevadera la espera hasta que, pasadas las 01.00 horas, la ciudad volvió a entrar en el siglo XXI. Y los 'peques' tan felices porque las clases del martes habían sido suspendidas.