El profesor Samí Naïr aborda la inmigración, uno de los fenómenos más complejos y determinantes de nuestro tiempo, con rigor crítico y profundidad ética en su obra “Y vendrán… las migraciones en tiempos hostiles” (Planeta, 2006), que cité en comentarios anteriores.
En este libro, un clásico para aproximarse al problema de la inmigración, Naïr denuncia la ausencia de una política migratoria común en Europa. En lugar de diseñar mecanismos de gestión legal, ordenada y cooperativa, los Estados miembros optaron por el cierre de fronteras, la externalización del control migratorio y por otras medidas de emergencia. Una política reactiva ineficaz que contribuyó al auge de discursos populistas que criminalizan al inmigrante.
El autor desmonta con contundencia prejuicios arraigados. En contra de lo que sostienen varios discursos políticos, los inmigrantes no “quitan trabajo”, ni “colapsan” los servicios públicos, ni suponen una amenaza para las identidades culturales. Por el contrario, su aportación económica, demográfica y social es imprescindible en sociedades envejecidas, con déficits de natalidad y con sectores laborales dependientes de mano de obra inmigrante, como es el caso de España.
La inmigración, dice Naïr, no es un problema a contener o ignorar, sino una realidad que se debe gestionar con responsabilidad dentro de una política basada en la planificación y propone la necesidad de planes de actuación en origen y planes de acogida e integración que permitan canalizar los flujos migratorios de forma legal, ordenada y segura, como vivieron los emigrantes gallegos y españoles. La clandestinidad y la precariedad no benefician a nadie, ni a los inmigrantes, ni a las sociedades receptoras. Solo una política basada en el respeto a la dignidad humana y en la cooperación internacional puede ofrecer soluciones reales.
¿Y qué pasa en España situada en la primera línea de las rutas migratorias por su posición geográfica?. Aquí las respuestas institucionales estuvieron marcadas por la polarización política, la resignación y por una preocupante falta de estrategia a corto, medio y largo plazo. La inmigración está siendo utilizada como arma arrojadiza en el debate político nacional sin que se avance en la creación de un modelo que combine el respeto a los derechos humanos con una gestión legal y eficaz de los flujos migratorios.
El libro de Samí Naïr está vigente vente años después, sus ideas son valiosas y aplicables en el contexto actual. Debería ser leído por todos los dirigentes públicos e incorporar sus ideas al debate político porque es un diagnóstico lúcido que marca una hoja de ruta para gobiernos, instituciones y ciudadanos que quieran pensar en soluciones sostenibles, legales y justas para la inmigración. Porque la pregunta ya no es si habrá más migraciones, sino cómo debemos gestionarlas.