Tras una época de cierres de negocios en el municipio, el comercio de Cambre está tomando impulso. La llegada de hasta cinco nuevos locales en el último año –y varios que está previsto que abran próximamente– ha revitalizado un centro urbano que estaba, en palabras de los vecinos, “estancado” y que todavía tiene mucho margen de crecimiento.
Entre las aperturas recientes se encuentran tres proyectos con voz femenina, y los tres están en menos de 100 metros de acera. Son la tienda de detalles personalizados Ju_Maiz, la pastelería Chanitas y El Armario de Noe, de moda y complementos, situadas en la carretera O Temple-Cambre y en la calle Balado. Juntas han formado una alianza –a la que se suman otros negocios de la zona, apuntan– en la que el compañerismo es lo más importante: “No somos competencia, todos queremos lo mismo, que Cambre se mueva, que venga mucha gente por aquí y que eso nos beneficie a todos”, dice Noelia Liñares, de El Armario de Noe.
“Hemos topado con muy buenas personas en esta zona. Ana, de Entre Cosméticos; Belén, de Autoservicio Pilar; y luego Judit de Ju_Maiz y Noe, de la tienda de aquí al lado... Nos sentimos muy apoyadas y no andamos con comparaciones, no hay rivalidad”, comenta Luisana Flores.
Como ejemplo de la unión de estas mujeres emprendedoras destacan la visita de Papá Noel a sus locales la pasada Navidad. “Seguiremos lanzando propuestas para dinamizar el centro de Cambre”, afirma Judit Seijas.
"En Venezuela trabajábamos como dentista y contable, pero la pastelería es un hobby que tenemos desde pequeñas"
La historia de las hermanas Luisana y Mariana Flores daría para un libro. Hace seis años llegaron a Cambre desde Venezuela y comenzaron a trabajar en todo tipo de empleos, casi todos sin relación con la carrera profesional que desempeñaban en su país de origen –Luisana es dentista y Mariana contable–: comedores escolares, cuidado de personas dependientes, hostelería, limpieza de casas... todo para salir adelante en un municipio que de primeras les acogió “con los brazos abiertos”, explican. “Vivimos en Cambre desde que llegamos a España y fuimos muy bien recibidas. Trabajamos de todo lo que puedas imaginar hasta que decidimos montar este negocio. La pastelería es un hobby que las dos teníamos desde pequeñas porque nuestra madre hacía tartas”, cuenta Luisana Flores, que destaca que tienen varios productos ‘superventas’: por semana, las galletas estilo ‘cookie’ y los rollos de canela; y el fin de semana las tartas personalizadas para cumpleaños o eventos.
La pastelería Chanitas –apodo familiar con el que las conocían en Venezuela– nació hace un año y para elegir ubicación ayudó la buena relación con su vecina de local, Noelia Liñares: “Mariana compraba ropa allí y ella fue la que nos dijo que se alquilaba este bajo. Nada más verlo le vimos potencial y nos animamos. No nos arrepentimos nada, aún hoy entramos y decimos ‘jo, qué lindo esto que montamos’. Tenemos una clientela que repite y el boca a boca nos está ayudando mucho, además de las redes sociales”, dicen.
“La acogida ha sido buenísima y la tienda también me permite conciliar, que con dos hijos eso es muy importante”
Judit Seijas trabajó quince años como dependienta de ropa y, en 2024, después de que su empresa cerrase, decidió crear su marca de detalles personalizados. “En mis ratos libres siempre hacía mis cositas para regalar, neceseres, bolsas tote bordadas... y decidí probar. La acogida ha sido buenísima y la tienda también me permite conciliar, que con dos hijos eso es muy importante”, comenta. La emprendedora destaca el trato cercano que ofrece el comercio local: “Mi vecina de local, Belén, del Autoservicio Pilar, lleva la bolsa de la compra al coche de las personas mayores. Eso no lo hace el súper”, concluye.
“Las señoras mayores cada vez son más modernas y quieren tener ropa en cantidad para no repetir, como las adolescentes”
En febrero cumplió un año en la calle Balado y desde entonces ha creado una clientela fiel con gente de todas las edades, aunque asegura que su fuerte son las mujeres de 30 a 50 años. “Fui peluquera toda la vida, luego pescadera, después dependienta de Zara... y me costó decidirme a montar la tienda porque es difícil mantener un negocio en un pueblo pequeño, pero estoy muy contenta”, señala Liñares, que reconoce que las señoras mayores se atreven cada vez más “y son muy modernas, quieren tener mucha ropa para no repetir, como las adolescentes, algunas vienen todas las semanas”.