Andar de parranda e durmir de pé. Aunque no se vea un bar a tres pasos. Ni siquiera las 13 horas de apagón pudieron con uno de los estandartes de la forma de ser coruñesa, y tampoco con la oferta a unos visitantes que se tomaron el contratiempo con buen humor y el mismo civismo que los autóctonos. No obstante, pese a la histórica 'ceguera' del sector servicios, hubo quien tiró de ingenio y se mantuvo prácticamente como la orquesta del Titanic. En la zona centro, allá donde miles de turistas buscan acomodo, comida y diversión cada semana, la coctelería Nirvana, en la calle de los Olmos, abrió las puertas hasta entrada la madrugada.

Pasada la medianoche, una pandilla de turistas brasileñas, así como varios argentinos, compartían una noche especial a la luz de las velas y con varias Estrella Galicia, refrescos y picoteo por el medio. Normalmente es un establecimiento que ofrece cócteles de autor y comida argentina, aunque en este caso hubo que optar por una ley de mínimos. El retorno del suministro, pasada la una de la madrugada, cogió a clientes y hosteleros apurando los últimos sorbos y recuperar la normalidad sin apenas haberla perdido.