María Barros (A Coruña, 1980) siempre tuvo un espíritu creativo y artístico que no encontraba su hueco en A Coruña pero tampoco en España. Esta inquietud la llevó a estudiar Diseño de Moda en el Instituto Europeo di Design de Milán. “Mi tesis, que iba ‘De la naturaleza al arte’, la dirigió Franca Sozzani, que en ese momento era la directora de ‘Vogue Italia’ –recuerda–; elegí una serie de flores y plantas y las pasé a modelaje y ahí hice la colección. Para todo esto que a mí me costó tanto, hoy existe la Fundación MOP, que te beca para irte a la Fundación Sozzani y tener una formación en fotografía brutal”.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de A Coruña?
Los jardines de Méndez Núñez. Es que mis padres eran muy de salir de A Coruña en tiempo de ocio pero es verdad que mi padre sí que me llevaba al centro.
¿Dónde vivía?
Yo siempre viví en frente a los nuevos juzgados.
¿Y por dónde se movía?
Más que nada, por el centro. Era donde vivían mis amigas, donde quedábamos, donde estaba el cine... Había cines de una sola sala y mirabas en el periódico qué película ponían. Eso lo echo mucho en falta.
¿Dónde quedaba con amigos?
En el Obelisco. O en la plaza de Ourense.
¿Y a dónde fue al colegio?
A Santa María del Mar.
¿Cómo fue aquella etapa?
Es que yo con los colegios soy muy crítica. No vivo en esta ciudad precisamente por el tipo de educación que quiero ofrecerle a mi hijo, que no es convencional. ¿Qué recuerdos tengo? Que pocos profesores entendían las mentes creativas.
¿Dónde vive ahora?
Cerca de Friol, en Lugo.
Es un cambio radical.
De vivienda, sí, pero él siempre estuvo en colegios de educación alternativa, con unos profesores con una educación más amplia, no meramente enfocada a matemáticas, por ejemplo. Por eso mis recuerdos del colegio son buenísimos en lo que respecta a mis amigas; las que mantengo a día de hoy siguen siendo las del colegio. Pero siempre tuve ese espíritu creativo, de diseño, que no se entendía.
¿Siempre supo que su camino iba a ir por esa parte más creativa?
Siempre me gustó. Tengo recuerdos ya desde muy joven de que quería ser diseñadora. Seguramente de más pequeña también lo tenía claro pero no lo identificaba. A Coruña tampoco era entonces la ciudad más abierta de mente y el colegio tampoco estaba enfocado para eso. Mi familia me apoyó siempre. Cuando dije en el colegio lo que quería hacer fue un shock. Llamaron a mis padres y les dijeron: “¿Cómo vais a permitir que estudie diseño si la niña es válida? Puede hacer una carrera convencional”.
Tampoco había muchas opciones para formarse aquí en A Coruña.
Ni aquí ni en ningún lado. Recuerdo un Día das Letras Galegas que nos cogimos un avión a Madrid y nos fuimos al Ministerio de Educación a preguntar. Nos dijeron que cogiéramos una máquina de coser y que fuera a una academia. Y mi madre seguía insistiendo: “No es costura, hay algo que se estudia, que en Italia es una carrera, que es Diseño de Moda”. Luego nos enteramos de que había una escuela italiana que tenía una sede en Madrid y allí hice el primer año. Luego ya me trasladé a Italia. Hoy es una carrera, pero cuando yo estudié, no, así que tengo la carrera pero no está convalidada en España.
¿Cómo fueron esos momentos estudiando en Italia?
Los más maravillosos del mundo. Desde el momento en que pongo el pie en la escuela de Madrid. Ahí es como que empiezo a respirar lo que vibraba conmigo, como que era mi sitio. Encontré mi lenguaje, mi espacio, ya no sentía que era tan extraña o que tenía que cambiar algo en mí. No quiero decir que estaba en los sitios equivocados porque todo camino nos forma pero me resultaba todo más cómodo y más fluido.
Y, al final, acaba volviendo aquí.
En mi trabajo, hay mucho inconsciente. Y el hecho de ser de A Coruña se impregna en cada uno de mis diseños. Lo tengo clarísimo. Incluso el carácter.
¿En qué sentido?
Yo creo que los gallegos, y los coruñeses en concreto, tenemos un carácter muy peculiar. Eso lo he respirado desde que nací, soy coruñesa. Yo no desvinculo mi parte creativa de mi persona. Esa parte tiene que estar impregnada, sí o sí, en mi trabajo. Ya sea de moda, de pintura, de ilustración...
Es verdad que hace años no era así, pero la relación de la ciudad con la moda y el diseño ahora es más que evidente...
Hoy A Coruña es un referente. Por ejemplo, este sitio, la Fundación MOP. Me parece que, por primera vez, la ciudad aprovecha uno de nuestros puntos fuertes, que es el mar. Es algo que nunca he entendido y siempre he echado en falta en una ciudad con este mar tan maravilloso. Ir a una terraza a tomarse algo en primera fila de mar... No en La Marina, que lo tengo allá al fondo, no. ¿Por qué no estoy al lado del mar en ningún sitio? Me parece que describe muy bien cómo está ahora la ciudad: internacional, abierta, agradable, más cosmopolita. Me parece que, con un solo rincón, se explica muy bien lo que se respira ahora en A Coruña.
¿Qué otros rincones le gusta visitar?
El centro, en general. Y la Ciudad Vieja me encanta. Es como si coges una puerta y entras en un mundo mágico, aunque a la gente la citas en la Ciudad Vieja y le parece lejos. Y son diez o quince minutos andando pero te transporta a un lugar con encanto, con historia... Siempre hay algo que descubrir: una librería nueva, una floristería con una atención exquisita, la iglesia que has estado mil veces, de repente, le ves un detalle nuevo. Siempre es inspirador, es tranquilo y, a la vez, con mucha vida. Y luego hay dos ciudades viejas diferentes, la del día y la de la noche. Y me encantan ambas.
¿De qué presume de su ciudad?
Me acuerdo mucho cuando me fui a vivir a Milán que los taxistas, al decirles A Coruña, me decían: “Deportivo”. No tenía ni que presumir, ya sabían de dónde era. Hoy, sin duda, es MOP. Estoy viendo a amigos de fuera de Galicia que se vienen a la exposición, gente que se va y viene en el día o que no había pisado Galicia y se viene a ver las exposiciones. Yo creo que esto ha abierto muchas posibilidades.
Dígame también algo que no le guste tanto.
A veces, el invierno se me hacía un poquito largo.
A nivel creativo, ¿en qué está trabajando ahora?
Estoy más enfocada a mi obra plástica. Siempre tuve un concepto de moda artístico, con unas miras más amplias. Es mi cuarto año haciendo Bellas Artes y estoy trasladando el modelaje que siempre he trabajado en mis prendas de moda sobre lienzo y luego a 3D, gracias a una beca. Espero hacer mi primera exposición en septiembre.
¿Churros de Bonilla o churros del Timón?
Ay, qué difícil... Timón. Eran los favoritos de mi abuelo y me gusta comer más que solo tres.
¿Jardines de Méndez Núñez o monte de San Pedro?
Jardines de Méndez Núñez, sin duda. Por mi infancia, por mis recuerdos, porque es más típico... Lo veo más cuidado, con más solera, con más encanto. Y más cómodo, también. Los veo más resguardados, aun siendo el monte de San Pedro una maravilla pero me haces elegir cosas muy difíciles (risas).
¿Calle de la Estrella o calle de la Barrera?
Pues tengo que confesar una cosa, es algo muy mío: siempre me las he confundido. Para saber cuál es cuál tengo que preguntar. O saco Google Maps para mirarlo porque me las confundo siempre.
¿Bebe agua de Emalcsa o embotellada?
Ahora tenemos la suerte de tener agua del pozo en casa. Si no, grifo y filtrada.
¿Playa de Riazor o playa del Orzán?
Orzán. Dentro de estar en la ciudad, está un poco más alejada del bullicio. Yo soy una gran amante de la playa y me gusta ir fuera de la ciudad. En cualquier caso, es poner la toalla porque luego voy paseando, pero opto por Orzán.
¿Suele recorrer la ciudad a pie o motorizada?
Siempre a pie. Me parece una ciudad fácil para caminar. Si no, me cojo un taxi o un bus si es lejos. Lejos es más de cuarenta minutos o ese día de diciembre que vuelas, literalmente. Es una ciudad bonita y cómoda para caminar.
¿Es más de helados tradicionales vida, como la Ibi o la Colón, o de sabores más modernos?
Es la primera pregunta en la que no dudo: Colón, forever. Es parada obligada cada vez que vengo. Y nos llevamos las tarrinas. El mío es el de yogur.
¿Prefiere una verbena o un concierto?
A día de hoy, una verbena. Me coges en un momento en el que la aldea me divierte mucho, aunque siempre he sido de conciertos.
Dígame uno que le gustó especialmente.
No fue ni de lejos el mejor concierto al que he ido pero sí he sido siempre muy fan de Rosario Flores. Tendría catorce o quince años, tres meses para que mis padres me dejaran ir con mis amigas... Recuerdo estar pegada a la valla, que me cayó su agua. Esa emoción la recuerdo a día de hoy.
¿Carnaval o San Juan?
¿No hay tercera opción? Solsticio de verano.
¿Eso no es San Juan?
Nunca he ido a ningún sitio en Galicia que se viva como el ritual sagrado que es. Es una noche muy mágica, con energías muy potentes.
¿Dice más chorbo o neno?
Que responda mi hijo... Chorbo, ¿no? Estoy muy mal hablada últimamente. Neno nunca lo digo pero a veces digo: “Mira el chorbo ese”.