Entrevista CTV
Como buen cantautor, César de Centi (A Coruña, 1980) combina a un tiempo su faceta más creativa con una personalidad profundamente idealista y soñadora en la que a cada alegría o, sobre todo, a cada revés le pone una canción. Es un CTV de los de pura cepa, procedente de A Gaiteira pero con muchos momentos familiares junto a sus abuelos, a los que adoraba, en la plaza de Pontevedra. Ahora lleva a gala ser un residente más de un barrio en donde los locales sacan pecho, Monte Alto. “Yo pienso que soy A Coruña de toda la vida –explica– porque mi familia por parte de padre lleva muchos años viviendo aquí, en A Coruña, pero por parte de madre no, porque nació en Lugo, en un pueblo, lo que está guay, porque tengo un poco de todo: un poco de lucense y un poco de coruñés”.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de A Coruña?
A Gaiteira. Y Méndez Núñez, al lado de casa de mis abuelos. Creo que ese recuerdo está muy bien.
¿A qué colegio fue?
Yo estudié en la Compañía de María, luego me fui a Zalaeta y luego ya entré en la Facultad de Sociología.
¿Y qué recuerdos tiene de esa época?
Tengo buenos recuerdos, en general. Mi infancia siempre me recuerda mi madre; es como otra ciudad para mí. También recuerdo los viernes cuando me venían a buscar, sin que yo lo supiera, mi abuelo y mi abuela y me llevaban por ahí. Nos íbamos a León, a Burgos... Me quedaba todo el fin de semana con ellos de viaje. Eran unos regalos.
¿Qué tal estudiante era?
Regulín. Pasotilla. Luego creo que en el instituto era normal, tirando a bien y luego, en la facultad, ya mejor. Pero, mientras estudiaba Sociología, también estaba con la guitarrita mucho tiempo.
Me llenaba mucho más hacer conciertos, tratar de trabajar de músico que lo otro, así que... Pero, bueno, sí es cierto que, cuando me puse, saqué la carrera.
¿Y alguna vez ha ejercido?
Una vez, en la Asociación de la Prensa, a raíz de unas prácticas. Teníamos que diseñar y realizar una encuesta.
¿Cómo se combina eso de ser sociólogo y músico?
No tiene nada que ver. Son dos profesiones muy jodidas las dos, pero bueno... La sociología como estudio está muy bien. Estás en contacto con la sociedad, con el ser humano, aprendes muchas cosas.
¿Como cuáles?
Aprendes a comparar, a tener pensamiento crítico y, para el tipo de música que hago, yo creo que viene bien. Es como ser consciente de que no todo es blanco o negro y a no dar por ciertas algunas cosas. Y a leer. La facultad la recuerdo leyendo un montón. Creo que es la parte de mi vida en que más leí.
¿Cuándo descubre que la música es en realidad lo que le llena?
Allá por el año 96, empiezo a escuchar no lo que escuchan mis padres, mi familia, mis tíos, sino que empiezo a escuchar lo que yo quiero. La generación de la canción de autor de los noventa en España, esa generación me causa un gran impacto y fue escuchando un poco esa música. Y creo que también gracias a mis padres. Mi madre trabajaba en Bambuco, esa tienda de discos mítica de A Coruña. Y, cuando estaba embarazada de mí, ponía canciones que luego yo he versionado: Serrat, Aute, Silvio... cositas así que ella ponía en la tienda.
¿Y cuándo empieza a tocar de cara al público?
En el año 2000, más o menos, me doy cuenta de que eso me produce una felicidad diferente. Esa gente me cambia la manera de verlo todo y yo quiero hacer canciones como ellos. A partir de ahí, empiezo a tratar, no de profesionalizarme, sino de hacer mejores canciones y en 2001 decido empezar a salir a tocar en los bares y enseñarle a la gente lo que hago.
¿No es un mal momento para la música de autor?
En realidad, yo tampoco creo que nunca haya habido un buen momento para los cantautores. Sí que es cierto que en España, durante la Transición, hay un movimiento muy importante. En general, no es música muy comercial, pero hay cantautores jóvenes ahora que funcionan muy bien. Pedro Pastor Guerra es maravilloso, hace un poco lo que hacíamos nosotros en el pasado, pero muy actualizado. Y siempre va haber espacio para eso. Lo que sí que creo es que hay un cambio absolutamente revolucionario del gusto musical, de la música. Con la aparición de la IA, incluso. Es un tema complejo en el que no quiero ahondar porque, si no, podemos estar aquí hablando todo el día (risas).
¿A qué le canta César de Centi?
Básicamente, le canto a la vida, a la rutina, a las relaciones que se terminan, a las que no se terminan... Canto a los problemas individuales como ser humano, a los problemas colectivos y, también, no sé si decir temática social, porque no mola, pero a las cosas que suceden más allá de tu entorno, que son jodidas, como Gaza ahora.
¿Cuáles son o han sido sus barrios en A Coruña?
De niño, sobre todo, me movía por A Gaiteira y mucho por el centro. Que, aquí tiene que haber un debate, porque centro, ¿cuál es el centro? Con mis colegas, luego, también por la zona de Franciscanos y después empecé a vivir aquí, en Monte Alto. Me muevo mucho por esta zona. De hecho, es la primera vez que tengo sentimiento de barrio. Cuando quedaba con amigos, por ejemplo, de Carabanchel, me lo decían y yo nunca había tenido esa sensación porque en A Gaiteira estaba bien pero mi entorno no estaba allí. Ahora voy a nadar al Club del Mar, a los locales de mis colegas a ensayar, bajo al Delito, a la Campana...
¿De qué presume de su ciudad, qué cosas le gustan?
Es una ciudad muy cercana, con sus rincones, sus espacios con mucha personalidad... No creo que sea un sitio muy masificado, sino que es un lugar donde tú sientes que formas parte de algo. Y somos unos privilegiados porque tenemos el mar ahí. No somos conscientes de lo que eso supone, yo el primero, porque mi pareja baja a Matadero pero yo no suelo ir a la playa.
Y algo que no le guste...
[Piensa un rato largo] Creo que esta ciudad tiene que ser para los coruñeses, no para los turistas. Eso es una cosa que no me acaba de gustar.
¿Qué cosas echa de menos cuando no está aquí?
Pues echo de menos el barrio, lo he notado últimamente. Recientemente, que fui a tocar a Almería, fue duro el viaje, generalmente no me voy tanto. Echo de menos estar con mis colegas, tener un tiempo libre para bajar a tomarme algo con ellos y hablar. Eso, indudablemente. Y a mi pareja, aunque ella a mí no me echa tanto de menos, eso puedes ponerlo (risas). Echo de menos este rollo de quedar con amigos que, con el tiempo, valoro muchísimo más. En un sitio donde me siento como en mi casa, donde me conocen, donde me saludan y saben qué café tomo.
¿Churros de Bonilla o del Timón?
Por una cuestión de respeto y para que no se me enfaden, elijo los dos. No puedo elegir, yo vivía al lado del Timón y siempre he tenido conciencia cuando cuando era pequeño de darle a los churros del Timón, que eran como muy pequeñitos pero, claro, mi abuelo desde muy pequeño me llevaba a Bonilla, por lo tanto, muy complicado.
¿Jardines de Méndez Núñez o monte de San Pedro?
Méndez Núñez, sin duda. Es el jardín de mi infancia. Tengo recuerdos maravillosos con mi madre, con mi padre, con mi abuela... Tengo una foto preciosa con mi abuelo, que estoy en una bicicleta, y cada vez que la veo me produce una felicidad enorme.
¿Calle de la Estrella o calle de la Barrera?
Cuando era más joven, calle de la Estrella y, ahora, calle de la Barrera. Por nostalgia de la buena creo que voy a decir calle de la Estrella.
¿Bebe agua de Emalcsa o embotellada?
Bebo cerveza... No, eso no puedo decirlo.
Puede decirlo.
Bebo demasiada cerveza, tengo que dejarlo, pero sí, también bebo agua de Emalcsa. Soy un tipo duro y, cuando viajo por ahí, se me olvida. Tenemos tanta suerte de poder beber del grifo...
¿Playa de Riazor o playa del Orzán?
Playa del Orzán.
¿Se mueve por la ciudad a pie o motorizado?
Suelo ir en coche.
¿Es de helados tradicionales como los de la Colón o prefiere sabores más modernos?
Recuerdo que me molaba mucho La Ibense. Como ves, fue muy importante mi abuelo para mí.
Me llevaba allí y yo tomaba mantecado y él tomaba tutifruti. Son dos sabores que me traen grandes recuerdos, el helado de mojito, como algo exótico, me gusta. Pero prefiero mantecado y tutifruti.
¿Prefiere un concierto o una verbena?
Hombre, yo prefiero un concierto. Como músico, lo que me da el espectáculo es el concierto, esa adrenalina... Quien lo ha vivido sabe que es algo maravilloso. Es algo que engancha.
Dígame alguno que le marcase
Voy a decir tres. Primero, uno de Luis Pastor en el Garufa hace 15 años. Otro que recordaré siempre es en el que conocí a Silvio Rodríguez, en 2017, en A Coruña. Y el mano a mano de Silvio y Aute en Vigo.
¿Carnaval o San Juan?
San Juan fijo. No me gusta disfrazarme, siempre que lo he hecho ha sido un poco por obligación. Cada vez me gustan más las sardinas, porque solo las tomo en ese momento, como un ritual. Me parece un concepto muy interesante eso de quemar cosas.
¿Dice más chorbo o neno?
Neno... Bueno, no, espera. Digo más chorbo, pero por hacer el chiste. Lo digo hablando pero en un contexto de broma. Sí, digo más chorbo.