Los tiempos de la televisión y los efectos de la globalización han hecho que, mientras para los no aficionados el fútbol parece no haber parado nunca, los que sienten los colores de algún equipo pusieron la pasada semana fin a una espera demasiado larga. El regreso de la Liga, tanto en Primera como en Segunda División, provocó que, en plena ola de calor y a mediados de agosto, muchos optasen por encerrarse en casa o en el bar durante la ‘eucaristía’ de 90 minutos. Muchos de los establecimientos vinculados al deporte rey recuperaron su aspecto de invierno y se llenaron horas antes del inicio de los tres partidos fundamentales: el Dépor, el Barça y el Real Madrid.
Tanto por nombre como por tradición uno de los primeros lugares que se vienen a la cabeza a la hora de pensar en el fútbol como hábito social es el Sport Café de la calle Pontejos. De hecho, de la NBA a Topuria, pasando por la Superbowl, cualquier deporte disfrutado en familia se convierte en toda una experiencia allí. Sin embargo, nada como los partidos del Dépor o el Madrid. Y si no que se lo digan a Juanjo Barro, que un martes de noche se quedó sin una sola esquina libre para ver el duelo entre los blancos y Osasuna. “Trabajamos bien todo el año, pero el fútbol es siempre un impulso importante”, reconoce. “En verano baja un tipo de clientela y viene otra más turística”, añade el hostelero, cuya tortilla es objeto de lista de espera en las grandes citas. Aunque prefiere no mojarse para no herir sensibilidades ni generar conflicto, sí habla de un patrón de preferencias entre sus clientes. “El partido en el que más se nota la gente es el Dépor, y luego el Madrid”, dice.
En el barrio de Elviña, la Peña Deportivista El Tío Juan aprovecha al máximo cada uno de los apenas 50 metros cuadrados que ofrece el interior del local de Rafael Alberti. De hecho, su dueña, Patricia Gómez, ofrece dos descodificadores a los más deportistas, y deportivistas, para poder simultanear las motos o los coches con la Premier League, la Liga, o lo que se tercie con un balón de por medio. “En mi local siempre se nota el fútbol”, asevera sobre el repunte de clientes desde el inicio del campeonato nacional. De hecho, incluso el importante desembolso económico merece la pena a la hora de echar cuentas. “A mí sí me merece la pena, porque mi gente para el fútbol es siempre la misma”, agrega la hostelera y peñista.
En contra de lo que pudiera parecer, no existe una gran diferencia entre los encuentros que el Dépor juega en Riazor y los de fuera de casa. Aunque muchos abonados hacen uso de su derecho de acceso al estadio, la previa o el postpartido son casi tan importantes como los 90 minutos en sí.
Por su parte, el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería, Héctor Cañete, recuerda que el coste del deporte en la televisión es todavía demasiado elevado (cada vez son menos los locales que optan por suscrbirse al fútbol). Sin embargo, la vuelta del Dépor al fútbol profesional ha hecho que entre en Movistar, donde el paquete oscila entre los 360 y los 500 euros según el número de terminales: “Es muy caro y lo tienen muy pocos locales. Tampoco es una final de Champions con la que llenes un bar”.