Que A Coruña entraba en alerta amarilla por calor en el día de ayer estaba dentro de lo que rezaban las previsiones. Sin embargo, el cómo sobrevivir a la jornada fue ligeramente diferente al escenario idílico que podría pensar cualquier vecino a la hora de programar su domingo. La historia del día en el que se alcanzaron los 26,6 grados, según MeteoGalicia, y 29, en las mediciones de Aemet, es la crónica del día más sofocante.
Y es que vivir na Coruña será muy bonito, pero a veces se hace complicado. Por ejemplo, las dos principales playas, Riazor y el Orzán, vieron desaparecer casi por completo su arenal bajo la fuerza y el alcance de la pleamar. No fueron mareas vivas, pero sí hubo que estar muy vivo para no llevarse un susto. Tal y como sucedió en Matadero el jueves, la relación entre usuarios y el espacio disponible para plantar la toalla complicó la ecuación.
El tercer elemento de ese día en el que los bañistas vivieron peligrosamente fueron las carabelas portuguesas y la alerta por su presencia, lo que fue señalizado con la bandera correspondiente. Solamente faltaba que se escapase Gastón para que el guión de película de terror fuese completo en una jornada que, no obstante, terminó sin incidentes.