A punto de cumplir 80 años, Laureano Oubiña se levanta todos los días a las 07.00 horas. La mayoría de las veces lo hace para coger la furgoneta y poner rumbo a A Coruña. Ese es su plan por lo menos dos de los siete días de la semana. Es una cuestión de trabajo, pero también de placer. En la ciudad herculina ha encontrado un filón, tanto comercial como afectivo. Allá donde para con su furgoneta son muchos los que se paran para pedirle autógrafos, selfies y dedicatorias. Y si para su vehículo es también por la alta demanda de compra de 'Rumbo cero' y 'Antes muerto que chivato', los vinos con los que desde hace años se reivindica como un empresario reformado, que no renuncia sin embargo al eco de su pasado.

Es A Coruña la gallina de los huevos de oro para Oubiña. La ciudad gallega que más consume sus productos. Actualmente hay una veintena de establecimientos que cada semana descargan palés enteros de su Albariño. Ribera del Duero y Rioja. “A la gente le gusta mucho, pero es que es una ciudad que me gusta de siempre y en la que nunca he tenido ningún problema, al contrario que Vigo, donde me ven pocas veces o ninguna”, afirma. “Si pudiera, me compraría una casa en A Coruña o en sus alrededores, 'caga' por Vigo, con perdón”, añade. Dice que Cambados, su ciudad natal, también la pisa poco o nada. “Ni para cobrar un cheque”, bromea.

Tal y como confesó a El Ideal Gallego en 2023, el vino ha sido toda una redención, una vía de escape y una nueva forma de supervivencia para Oubiña. No utiliza intermediarios y es él, personalmente, quien ejerce de relaciones públicas, comercial y productor. “No puedo estar parado, tengo que estar trabajando todo el día”, subraya. “Y este vino está entrando muy bien”, prosigue mientras descarga en el entorno de San Pablo. Mientras, mantiene todavía abiertos varios frentes, como el juicio contra Netflix en el que, aunque la justicia le dio la razón en primera instancia, considera que lo hizo con una indemnización insuficiente. Ya lo dice en cada trago de su vino: Antes muerto que chivato.