Coruña Insólita | El reloj floral que decora un jardín justo en las antípodas de A Coruña

En Christchurch, la ciudad que hay al otro lado del globo terráqueo, en Nueva Zelanda, tienen un mecanismo similar para marcar las horas que fue inaugurado siete años antes que el herculino
Coruña Insólita | El reloj floral que decora un jardín justo en las antípodas de A Coruña
A la izquierda, el reloj floral de A Coruña y, a la derecha, una imagen del reloj floral de Christchurch | Archivo El Ideal Gallego / Rexness

Si, como sucede en muchas películas, hiciéramos un agujero en la tierra lo suficientemente profundo para llegar al otro lado del planeta, desde A Coruña llegaríamos directamente a Christchurch. Esta ciudad de Nueva Zelanda está situada exactamente en nuestras antípodas. Bueno, si el agujero no se desviara ni un milímetro, en realidad apareceríamos junto al lago Coleridge, en una zona montañosa de la región de Canterbury, cuya capital es precisamente Christchurch. 


Esta ciudad se encuentra a unos 300 kilómetros al sur de la capital, Wellington. Es bastante más joven que A Coruña, puesto que fue fundada en 1849 por miembros del Christ Church College, de la Universidad de Oxford, y de ahí el nombre de la ciudad. La idea de los fundadores era la de crear una especie de Nueva Jerusalén, llena de anglicanos y en donde la estricta moral de la época victoriana tuviese un espacio seguro en el que poder florecer. De hecho, su lema está íntimamente ligado a las circunstancias en las que fue creada:  “Fundada en la fe, feliz en su cumplimiento, fuerte en esperanza”. 


Aunque ni el paisaje, ni la gente, ni el clima se parecen demasiado a lo que tenemos en A Coruña, seguramente el visitante se sorprendería de encontrar algunas similitudes en la otra punta del globo terráqueo. Una de las más curiosas es que en Christchurch tienen algo que suele salir en las postales turísticas y que cualquier coruñés reconocería al primer golpe de vista: un reloj floral. 

 


Desde 1953 

Aunque los coruñeses tienen a gala su reloj y su calendario floral, lo cierto es que, al menos en esto, los neozelandeses fueron primero. Su reloj fue inaugurado en el año 1953, en la plaza Victoria de Christchurch.
Funciona con electricidad y su superficie mide aproximadamente 8,5 metros de diámetro. Para su diseño se requieren más de 7.000 plantas cada primavera y otoño. Fue colocado por el minorista Calder Mackay tal y como se explica en una placa de bronce que hay incrustada en la pared de la base.


El de A Coruña sería instalado siete años más tarde que el de Nueva Zelanda y casi sesenta años después de que se creara el primer reloj floral del mundo,  instalado en 1903 en Edimburgo gracias a una idea de John McHatti, que era el superintendente de los parques de la ciudad escocesa. Solo tenía una manecilla para las horas aunque luego le instalarían también la de los minutos. 


En los años sesenta, las comparaciones que hacían los coruñeses no eran con el de Nueva Zelanda, sino con el que hay en Ginebra, en Suiza, en donde había por entonces muchos más gallegos que en Oceanía.

  
Los operarios de la Relojería Industrial Santos Alonso Caballero, de Bilbao, fueron los encargados de instalar la maquinaria que movería las agujas. La desviación era de un minuto al mes, una precisión magnífica para la época. Esta misma empresa instalaría mecanismos similares en jardines en los años sesenta en San Sebastián, Alicante, Cádiz o Guernika. 


En un catálogo editado por la relojería se describía cómo era el aparato y cómo debía colocarse, una operación que definían como muy sencilla: “Todo se reduce a una arqueta de cemento que se acopla en la tierra, y en la que va la caja de latón hermética con la máquina eléctrica de motor síncrono, para funcionar directamente a la corriente del alumbrado”.

 


Plantas de temporada 

La esfera del reloj estaba rodeada por un gran parterre de flores que se iban renovando cada temporada, con especímenes propios de cada estación, y con los números realizados en boj (Buxus sempervirens), al igual que los días del calendario floral, sobre áridos. La esfera tenía un diámetro de cinco metros y las agujas medían 1,90 y 1,30 metros.


El Ideal Gallego le dedicaba al día siguiente una fotografía en la portada con un pie de foto que decía: “La novedad coruñesa más reciente, el reloj floral que, además de señalar las horas, las toca. Comenzó a funcionar ayer. Está muy bien y es el complemento que necesitaba el almanaque floral”.

 

Puesto en marcha el 31 de julio de 1960, el símbolo de Méndez Núñez acaba de celebrar su 65 cumpleaños con agujas nuevas


Fiestas de María Pita 

El reloj floral de los jardines de Méndez Núñez fue inaugurado de forma oficial para las fiestas de María Pita, el 31 de julio de 1960, por lo que el pasado jueves cumplió 65 años.


El diseño de las plantaciones del reloj floral apenas ha sufrido modificaciones desde su inauguración aunque sí han cambiado las agujas, debido a los actos vandálicos que sufrió, especialmente cuando en los jardines no estaba prohibido hacer botellón. Pero que nadie piense que lo de cargarse el reloj floral es algo de este siglo, ya en 1962, al poco tiempo de ser inaugurado, los periódicos hablaban de que había aparecido destrozado. Con permiso de los gamberros y con las nuevas agujas, de hace apenas seis meses, el reloj seguirá marcando las horas al ritmo de su gemelo al otro lado de la Tierra. 

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