Coruña Insólita | El primer automóvil que circuló por las calles de A Coruña

Ángel Durán Villarnovo, el médico Durán, fue pionero en utilizar un coche sin caballos por la ciudad en 1898. Era un Mercedes Benz y alcanzaba la vertiginosa velocidad de 15 kilómetros por hora
Coruña Insólita | El primer automóvil que circuló por las calles de A Coruña
El médico Durán, con su hija Elena, en el Mercedes | Real Academia Galega

Corría la primavera de 1898. Juan Flórez se llamaba todavía Camino Nuevo y era una carretera bastante rudimentaria y sin asfaltar. No había señales, ni pasos de peatones ni mucho menos semáforos. Ese es el circuito por el que empezó a rodar el primer coche que hubo en A Coruña. Su propietario era Ángel Durán Villarnovo, el médico Durán que hoy da nombre a una calle paralela precisamente a Juan Flórez, donde él vivía y por donde pasaba con aquel “coche do demo” como le llamaban los habitantes de las aldeas, que se santiguaban cuando lo veían pasar.


Durán supo del automóvil en 1897, durante un viaje a Alemania, así que, a su regreso, en diciembre de aquel mismo año, encargó uno de aquellos inventos a la casa Benz de Mannheim. Llegó al puerto de A Coruña el 1 de marzo y fue desembarcado en el muelle de Hierro

 

En el trayecto inaugural iba también el que sería el primer chófer de España, el coruñés Antonio Castro Casal


El primer viaje, un trayecto de 24 kilómetros (ida y vuelta), lo hizo ese mismo día y fue para ir a visitar a un enfermo, tal y como relata Jesús Reiriz en su libro ‘Toda Coruña’. El coche, un modelo Mercedes Benz Viktoria, acababa de llegar al puerto y alcanzaba la vertiginosa velocidad de 15 kilómetros por hora


Tenía dos plazas y llantas de goma maciza y, según explicaban los periódicos de la época, era capaz de subir las cuestas de Santa Margarita y de Eirís. Su único defecto es que era bastante caro. Costaba entre cinco y siete mil francos, algo que no todos podían permitirse pero el doctor tenía muchos pacientes y, además, también tenía varios negocios. 


El cochero 

En ese trayecto, el médico Durán fue acompañado por su cochero, Antonio Castro Casal, también coruñés, que, según aseguraba su jefe, fue también el primer chófer que guió un coche en España. 


Eran los tiempos en los que acababa de llegar el cine, apenas dos años antes; estaba recién estrenado el Obelisco y las obras de las Escuelas Da Guarda estaban a punto de terminar pero solamente había un coche, una situación muy diferente a la de hoy en día, cuando las cifras de la DGT calculan que hay censados en A Coruña unos cien mil coches. 


Aquel Mercedes Benz Viktoria daría servicio al doctor hasta el año 1900, en que lo acabó vendiendo a un empresario de Vilagarcía, Joaquín Reguera


Tras el camino iniciado por Ángel Durán, otros se apuntarían al coche sin caballos. El fotógrafo José Sellier sería el siguiente y, poco después, otro médico, Narciso Túñez de Prado –que sería socio de Durán en la Cooperativa Eléctrica Coruñesa–, traería el tercer automóvil a la ciudad. 


Muy trabajador y querido

 Ángel Durán Villarnovo (1859-1939) es recordado como uno de los mejores médicos de su generación. Nació en Ortigueira y se trasladó a Santiago para estudiar el bachillerato y la carrera de Medicina, que terminó con unas notas magníficas. Tan bueno fue su expediente que logró una de las becas que Alfonso XII había concedido con motivo de su boda con María de las Mercedes


Su sala de espera estaba siempre llena y, cuentan las crónicas, que es el responsable del nacimiento de muchos coruñeses: llegó a atender unos 5.000 partos. Como hombre de ciencia, le gustaba estar al tanto de los últimos descubrimientos y, por este motivo, viajó hasta París para conocer cómo funcionaban las primeras incubadoras. 


En su libro ‘Galería de médicos gallegos ilustres’, Dimas Romero recoge una anécdota que siempre contaba Durán, especialista en ginecología. Una noche, se presentaron en su casa dos hombres que le pidieron que ayudara a una parturienta que no podía mostrar su identidad. Les acompañó hasta una casa que no conocía y atendió a la mujer, totalmente cubierta con una sábana, y a la que no llegó a ver. Tras el parto, le pagaron sus honorarios y le devolvieron a su domicilio. Por mucho que lo intentó, nunca llegó a saber de quién se trataba.


Todas las horas que empleaba en atender a sus pacientes cuando se estableció en A Coruña acabaron pasándole factura y tuvo que retirarse una temporada. Se marchó del centro y se fue a vivir a una finca del Camino Nuevo e inició varias aventuras como empresario. Intentó poner en marcha una fábrica de cerámica con su cuñado que no funcionó al fallecer aquel de una fiebre y una fábrica de tejidos de punto. Adquirió un salto de agua para explotar en Viveiro y, a raíz de esta experiencia, fundaría la Cooperativa Eléctrica Coruñesa, que se integraría en Fábricas Coruñesas de Gas y Electricidad y, años después, acabaría formando parte de Fenosa.


El doctor falleció a los 80 años de caquexia (una afección caracterizada por una pérdida de más del 10 % del peso corporal) en su casa de Juan Flórez. Está enterrado en el cementerio de San Amaro. Dejó para la posteridad ocho hijos, iniciando una saga familiar en la que abundan los sanitarios. Para el recuerdo queda también la calle que le dedicó el Ayuntamiento, en tiempos de Alfonso Molina, muy cerquita de donde estaba su chalé, y que lleva el nombre por el que le conocían sus vecinos, Médico Durán. 

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