Arde Bogotá escribió otra página dentro del libro de su todavía corta historia. Si en 2023 los coruñeses comprobaron cómo la formación murciana estaba ya lista para volar libre como cabeza de cartel tras un apoteósico recital en el puerto, esta vez sumaron dos trofeos en uno: el de agotar las entradas ellos solos y el de completar una noche épica bajo la lluvia. Podría decirse que esta edición del ‘Cartageneros e hijos de Breogán’ se jugó bajo las condiciones más adversas. Y la banda lo bordó. Eso sí, a ratos, pues el concierto tuvo que detenerse pasada la media hora por la inundación de los equipos.
La lluvia no dio un respiro e incluso retrasó el inicio 20 minutos. La instantánea de los primeros acordes de ‘Veneno’, tema de inicio, fue brutal: una nube de paraguas y ponchos saltarines veneró la entrada de Antonio García, auténtico gurú y alma de Arde Bogotá. Para algunos, un Bunbury de nuevo cuño y, para otros, un Morrison ibérico, lo cierto es que su hippismo mesiánico engancha. Puede gustar más o menos, pero a personalidad pocos le ganan. “Buenas noches a todo el mundo, boas noites, A Coruña, somos Arde Bogotá”, fue la primera de sus muchas interacciones. En las siguientes, se permitió reírse del tiempo y advirtió: “Llueva o truene, hemos venido a bailar”. Y se bailó al ritmo de ‘Abajo’, ‘Nuestro pecado’ y, sobre todo, la cosa se desmadró con ‘Qué vida tan dura’. Quizás el día de mañana, al ritmo de conquistas que lleva, el de los murcianos en A Coruña sea recordado como aquel bolo de los Stones en el Vicente Calderón en el año 1982.
Con todo el mundo calado hasta las cachas, que diría un coruñés de toda la vida, hubo un guiño a la ‘kiss cam’ de Coldplay que tan mala pasada le jugó a dos asistentes. Por las dudas, los apelados se fundieron en un morreo de cine bajo la lluvia y coreado por las 16.000 personas que seguían a su mesías García.
Para cuando recuperaron el ‘Sin vergüenza’ que firmaron con Dani Fernández esa pura adrenalina y rock and roll que reza la letra era el único antídoto posible contra lo que ya era un chaparrón insoportable. Solo los técnicos sabrán hasta qué punto o cómo de cerca estuvo de peligrar el concierto pero, en lo que a la calidad de sonido se refiere, no hubo un solo reproche posible. Ni siquiera para las ‘Flores de venganza’.
Cuarenta minutos después del inicio llegó el primer parón. La situación era tan extrema que muchos optaron por abandonar el recinto. Eran las 23.00 horas. “Hemos tenido que parar por la inundación de los equipos, volveremos en cuanto se solucione”, prometió el 'frontman'.
Exactamente media hora después regresó la banda al escenario y, tras explicar que la lluvia había “frito” varios circuitos, solicitó un fuerte aplauso para la gente que evitó la suspensión. Además, pidió perdón varias veces antes de empezar a entonar ‘Sopla el viento’.
Lo que vino desde entonces pareció un escenario completamente diferente: seco, sobre mojado, y con muchísima más facilidad para que la gente disfrutase como merecía después de una hora de estoicismo tremendo. Con ‘Torre Picasso’ y ‘Escorpio y Sagitario’ se retomó la energía del comienzo de la noche y el pasaporte fue directo a los hits más famosos. “Muchísimas gracias por esta maravilla de concierto que recordaremos siempre”, reiteraron mientras relataban la historia de los cowboys de la A3.
Una foto del primer concierto en Galicia, con una bandera autonómica, sirvió para poner en perspectiva el crecimiento de Arde Bogotá. Y eso no se entendería sin la lista de éxitos que vinieron después: ‘La salvación’, ‘Antiaéreo’ y, por supuesto, soltaron a ‘Los perros’ antes de invitar a ‘Cariño’ su canción “de mierda”. De eso, la verdad, poco o nada les queda.
Más de 20 temas después, Arde Bogotá se había granjeado un lugar en la historia del rock en A Coruña en el siglo XXI, además de en el corazón de sus 16.000 valientes fans.