Proponemos al lector un viaje sensorial y una pequeña adivinanza: que cierre los ojos y se imagine muchas luces de neón iluminando la oscuridad, decenas de miles de personas dando vueltas como si de figurantes de una película épica se tratase, música de moda y mucho olor a plancha. Seguramente, buena parte de las respuestas apunten a las fiestas de O Burgo. Casi. Podría decirse, más bien, que ha vuelto la fiesta del burger. The Champions Burger, el festival pionero en España que el pasado año arrasó en el Paseo de los Puentes, vivió una primera jornada que desbordó todas las previsiones y que promete dejar corta la apuesta de la organización. 

Serán doce días, esta vez en el muelle de Batería, en los que, según las estimaciones, pasarán por la zona portuaria unas 160.000 personas. Es lo único que se atreven a pronosticar los responsables, que desde hace años han dejado de hablar de unidades vendidas o kilos despachados. Basta un relato para poner en contexto la dimensión de la gran feria, la crónica carnívora por excelencia a nivel nacional: solamente para surtir de pan a The Champions Burger es necesaria una nave industrial entera en un polígono maño. Para la carne se hace imperativa la importación: Estados Unidos o Alemania cubren una demanda que, de otra forma, sería imposible. Y es que a la vez que en A Coruña se celebrará el festival en otras cuatro ciudades. Una de ellas no será Vigo, que tendrá que esperar a que los coruñeses hagan la digestión para empezar a abrir boca. 

Legalidad

Un coruñés con más o menos vida social se ha acostumbrado a ver pulular miles de personas por el muelle de Batería, pero pocas fotografías o imágenes son tan abrumadoras como las de los primeros minutos de The Champìons Burger. De la nada surgieron hordas de hambrientos clientes que, como parte de un atrezzo, provocaron las primeras colas en todos y cada uno de los 22 puestos de los que se compone el festival (cuatro más que el pasado año). No obstante, el tiempo de espera estimado no supera los 15 minutos. El despliegue es tal que nunca falta espacio para sentarse o pedir. 

La sensación es abrumadora. Nadie sale y no para de entrar gente. Por momentos, y a pesar de llevar apenas media hora abierta, la sensación de aglomeración supera a la de algunos conciertos de los últimos meses. Al igual que entonces, hay zonas de chill, una partida del FIFA en dos Play Station 5 y hasta una suerte de guardería. Detrás de todo ese montaje hay 1.500 familias que ya viven, de manera directa o indirecta, de un fenómeno nacido hace sólo siete años. Los 22 puestos, con precio único de 12,95 euros por hamburguesa, tienen como condición que ese producto sea exclusivo del momento y el lugar. Detrás de ellos hay una lista de espera de 650 establecimientos que quieren unirse a una de las fiestas más sorprendentes, impactantes y que mejor retratan las necesidades, tendencias e inquietudes actuales en aspectos que sobrepasan con mucho lo meramente culinario.