Así fue la salida de Loaysa hace 500 años: “Parecía que se hundía el cielo”

A las tres de madrugada de aquel 24 de julio de 1525 las velas de las siete naves partían así desde A Coruña con destino al lugar más lejano y exótico del mundo conocido: las islas Molucas, ricas en especiería y cuya propiedad se disputaban las coronas de España y Portugal
Así fue la salida de Loaysa hace 500 años: “Parecía que se hundía el cielo”
Grabado de la partida desde A Coruña de la expedición a las islas Molucas, en 1525 | biblioteca nacional de españa

“Por fin, en contra del parecer y el deseo de los portugueses, al amanecer la vigilia de Santiago, patrón de los españoles, con viento favorable de tierra dio sus velas al viento. Al levar anclas, tocaron las trompetas, sonaron los tambores y retumbaron los cañones; de modo que parecía que se hundía el cielo, y temblaban las montañas de alegría”. Así relata Pedro Mártir de Anglería, en su libro ‘Décadas del Nuevo Mundo’ publicado en 1511, la partida de la expedición de Loaysa un día como hoy hace 500 años.


A las tres de la madrugada de aquel 24 de julio de 1525 las velas de las siete naves partían así desde el puerto de A Coruña con destino al lugar más lejano y exótico del mundo conocido: las Islas Molucas, ricas en especiería y cuya propiedad se disputaban las coronas de España y Portugal. El viaje, formado por una flota de 450 hombres, se hizo a la mar poco después de la primera circunnavegación a la Tierra –expedición de Magallanes–, comandada en 1522 por Juan Sebastián Elcano, uno de los marinos protagonistas también en la hazaña de Loaysa tres años después de regresar a España.

 

 


Según ‘La vuelta al mundo maldita:  la expedición de Loaysa’, de Tomás Mazón Serrano, “la Torre de Hércules fue testigo de las maniobras de las siete naves para salir del puerto de La Coruña. Desde su magnífica atalaya sobre el Atlántico se pudo contemplar cómo a continuación viraron al sur y avanzaron hasta desvanecerse en el horizonte rumbo a las islas Canarias”.


Los primeros días de navegación no fueron especialmente fáciles. “La vida a bordo era dura hasta cuando no había nada que hacer. Para descansar no contaban sino con una estera en la que tumbarse, que solo con suerte podían colocar bajo techo en la siempre repleta tolda del castillo de popa”, tal y como señala Mazón en ‘La vuelta al mundo maldita’. De hecho, las dificultades de la navegación hicieron que solo la nao capitana la ‘Victoria’ llegara a su destino, donde ya estaban establecidos los colonos portugueses.

 

 

Hasta más de una década después (1536) no llegaron a la Península los únicos supervivientes: un total de 24. El propio García Jofre de Loaysa y Juan Sebastián Elcano se quedaron en el camino de, tal y como afirma el historiador Luis Gorrochategui, “el viaje de exploración más épico de toda la historia. 

Así fue la salida de Loaysa hace 500 años: “Parecía que se hundía el cielo”

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