El levantamiento de las restricciones dispara las sanciones en las terrazas 

El levantamiento de las restricciones dispara las sanciones en las terrazas
La terraza de La Marina, abarrotada de público, se ha vuelto un coto de caza para las sanciones | pedro puig

Después de semanas sin apenas poder salir de casa, los coruñeses tenían ganas de disfrutar de un poco de ocio en las terrazas. El sol del viernes invitaba a ello, así que las aceras de zonas como La Marina se abarrotaron de gente dispuesta a desquitarse. Lamentablemente, muchos de ellos se quitaron también la mascarilla, lo que provocó que la Policía Local impusiera más de cuarenta sanciones.


No es una cifra elevada si se compara con las más de 140 que se llegaron a imponer en un solo día durante la fase anterior, pero hay que tener en cuenta que la gran mayoría se impusieron e las terrazas, que se han convertido en el nuevo foco de peligro para las autoridades, que han dado la alarma sobre la conducta de riesgo que se provoca cuando docenas de personas se juntan en una acera para fumar y beber con la mascarilla retirada.


35 multas

por no llevar la mascarilla puesta impuso el 092 el viernes, primer día con las nuevas restricciones


Fuentes de la Policía Local señalan que, en el caso de la mascarilla, es el cliente el que recibe la sanción, pero que también han tenido que sancionar a hosteleros por consumir en el interior de un local y por exceder el horario de cierre. Otras siete se impusieron por fumar sin mantener la distancia de seguridad o mientras se caminaba por la calle lo que, recuerdan, está prohibido. A esto hay que añadirle otras siete multas por no cumplir el toque de queda.


“Policías de balcón”

En su labor para hacer cumplir la Ley de Salud Pública, las autoridades cuentan con la ayuda inestimable de los ciudadanos, que se escandalizan cuando ven a más de cuatro personas reunidas en público. Los comentarios indignados en las redes sociales acompañados muchas veces por fotos de las transgresiones son la norma, además de críticas a la labor policial por no acudir a las llamadas de los denunciantes. Estos se defienden asegurando que es imposible acudir a todas. “El teléfono del 092 no deja de sonar”, sostienen. Algunos llaman a estas personas “policías de balcón”.


Sin embargo, muchas veces estas llamadas acaban en nada, porque el público a menudo no está al corriente de las restricciones y llama para denunciar hechos que no son infracciones.


Pero no es solo el público el que exige un mayor esfuerzo policial para controlar el cumplimiento de las medidas sanitarias. La Xunta había enviado una orden a las policías para que realicen una inspección dos veces a la semana a cada local, lo que los agentes municipales consideran un exceso.


“No tenemos forma de controlar eso. En la norma dicen ‘de acuerdo con el personal disponible’ y a nosotros nos han dicho que vigilemos más –comenta un agente–. Es más fácil porque solo hay terrazas, pero el problema se volverá más acuciante cuando se permita que entren clientes en los locales, aunque sea con aforo reducido.


Sindicatos policiales protestan contra sus nuevas tareas

Varios sindicatos de la Policía Nacional (SUP; CEP, UFP y SPP) enviaron ayer un comunicado en el que protestaban porque se les encarga sacar fotos. “Entre nuestras funciones no está la de hacer fotos en las terrazas y de las personas que están en ellas. Nos parece una función impropia. Si los responsables gubernativos y policiales quieren fotos que envíen a quien corresponda pero no a los policías. ¿A quién se le puede ocurrir que los policías usen sus teléfonos particulares para hacer reportajes fotográficos que no tienen ninguna relación con su trabajo?”


Por otro lado, incluso en las terrazas que presumiblemente deberían estar al 50% de su capacidad planea el fantasma de una nueva ola antes del verano si no se cumplen al pie de la regla las restricciones. Los hosteleros son los primeros interesados, un colectivo que se siente injustamente tratado, y hasta criminalizado, porque se pone el foco en sus establecimientos, mientras se esfuerzan en sacar adelante unos negocios que el virus también ha herido de muerte. 

El levantamiento de las restricciones dispara las sanciones en las terrazas 

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