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A Coruña

A los clientes de O Fado, en A Coruña, aún no se les pasa el arroz: habrá prórroga para dar servicio a todos

En el fondo, los amantes de los sabores más tradicionales son como niños. Y si no que se lo pregunten a María del Carmen Abad ‘Mary’, quien se ha visto obligada a retrasar ligeramente su jubilación para cumplir con los últimos antojos de aquellos a los que ha hecho felices durante años. La situación es algo así como cuando un progenitor saca a jugar a su hijo o lo lleva a bañarse al mar y, cuando toca recogerse, surge el famoso “un poquito más”. Exactamente en ese papel de madre se encuentra la empresaria y cocinera de O Fado, a quien desde que anunció su cierre a finales de agosto le han llovido las reservas. La avalancha ha sido tal que ha decidido conceder una prórroga, dos semanas de gracia para que todos los que deseen disfrutar de sus paellas, arroz mariscado o con bogavante puedan despedirse con un sabor de boca que ya es un referente en la ciudad.

Ese pequeño gesto de gracia ha llevado a muchos habituales a confiar en que la insistencia puede acabar por convertirse en un elemento disuasorio para Mary, pero ella les advierte: quedan poco más de dos semanas para encontrarla en los fogones. Luego le toca disfrutar de la jubilación. “El 14 de septiembre es el último domingo, no me van a convencer y pueden estar totalmente seguros”, promete. 

De momento, los que se hayan acordado a última hora de pegarse un atracón de arroz, aún tienen contadas alternativas en el libro de reservas. Las de fin de semana escasean, aunque durante la semana aún es posible acomodar a los más rezagados.

La fórmula

María del Carmen Abad lleva 23 años al frente del O Fado, un establecimiento que abrió en 2002 junto a su socio, José Mata Gudiño. Él le ha tomado ventaja en la carrera hacia el retiro profesional y durante los últimos meses ha sido ella la que ha sacado adelante el restaurante. No obstante, y en honor a la verdad, en cierto sentido iba con el piloto automático puesto: las reservas no escasean y la calidad del producto supone un reclamo en sí.

O Fado dispensa sus últimas paelleras con el sello de una jefa de cocina que puede presumir de incluir en su currículum algunos de los más destacados templos gastronómicos de la ciudad, como es el caso de El Coral o Manolito. Ahora se asegura de que no se le pase el arroz de su jubilación.