Ermua: memoria malograda

La politización hizo imposible que el homenaje a Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP asesinado por Eta en Ermua hace veinticinco años, fuera realmente un acto unitario apadrinado por las instituciones. En ese sentido puede decirse que fue una ocasión perdida.


Pero no del todo. Veamos:


Los discursos que se despacharon en el acto, que tuvo lugar el domingo pasado en el polideportivo de la ciudad vizcaína que lleva el nombre del homenajeado, parecían académicas disertaciones sobre la unidad, el pluralismo, la tolerancia, la dignidad, etc.


Más descriptivos que valorativos sobre los crímenes de ETA, el alcalde Abascal, el lehendakari Urkullu y el presidente Sánchez dieron un recital de buenismo y frases enlatadas. Usaron un verbo frío respecto al dramatismo de lo ocurrido hace un cuarto de siglo en Ermua y a los 853 asesinatos de ETA que han dejado un insoportable rastro de sangre y miseria moral en la memoria de los españoles.


No fue el caso del Rey. Ni el de Marimar Blanco, la hermana del llorado concejal del PP, hoy diputada en la Asamblea de la Comunidad de Madrid. Los dos llamaron a las cosas por su nombre, aunque podría decirse que Felipe VI fue incluso más valiente en el uso del lenguaje. No se mordió la lengua hablando del “despreciable ultimátum de ETA” o “aquellos asesinos que no tuvieron compasión ni dignidad, sino solo frialdad y vileza”, en las horas del “escalofrío” y el “nudo en la garganta”.


En cuanto a la hermana de Blanco, cuya intervención fue inicialmente cuestionada por la organización municipal del acto, envió un recado a Sánchez, aunque sin nombrarlo, cuando afirmó que “la prioridad del Gobierno debería ser siempre la verdad y la justicia”.


Fue una forma indirecta de sugerir que el Gobierno “progresista y plurinacional” está utilizando las mentiras y las trampas verbales para blanquear la memoria de la banda terrorista ETA, lo cual fue rotundamente desmentido por el alcalde de Ermua cuando ocurrieron los hechos, el socialista Carlos Totorica, que acusó al PP de haber enturbiado con una inoportuna politización del acto el espíritu inicialmente unitario del homenaje a Miguel Ángel Blanco.


Puede que tenga razón. Pero es imposible concederla sin valorar antes las facilidades que el Gobierno y el propio presidente Sánchez están dando a quienes cuestionan el obsequioso discurso de la Moncloa con Bildu. No puede olvidarse que el acto de Ermua se ha producido pocos días después de que el Gobierno pactase con Bildu la referencia legal del primer gobierno socialista de Felipe González como una prolongación del franquismo al que hay que investigar en relación con la guerra sucia del Estado contra el terrorismo de ETA. 

Ermua: memoria malograda

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