Cada día los alumnos de centros educativos de Primaria, Secundaria, Bachillerato o, incluso, Universidad, acuden a clase para afrontar la teoría de las múltiples asignaturas. No obstante, no todos los estudiantes afrontan todas las materias de la misma forma. Puede que por falta de entendimiento, de atención, de motivación, o quizá más bien por dificultad. Y por ello nació el profesor particular, una relación de intereses entre docente y alumno en el que el estudiante recibe una dosis de refuerzo y el profesor “un apoyo económico por la falta de trabajo” del alumno.
Aunque muchos son los motivos que les llevan a los estudiantes a necesitar clases de refuerzo, así define su labor como docente Enrique López Valle. Con 29 años de edad, el licenciado en Educación Primaria por la Universidad de A Coruña confiesa que lleva ya varios años dando clase mientras opositaba y, ahora, puede decir que se dedica profesionalmente a ello. López asegura que son los padres los que se ponen en contacto con él, la mayoría de veces por “dificultades de aprendizaje, pero, sobre todo, por falta de motivación y trabajo”.
Y es que, aunque a día de hoy son muchas las plataformas web que ofertan clases en la ciudad, el profesor particular de Primaria y ESO explica que no le hizo falta “mandar el currículum”. “Antes era más común ofertarse en los tablones de anuncios de los colegios, institutos o universidades. Así fue como empecé”, comenta López Valle. Sin embargo, un veterano en la materia como él pudo vivir la transición online que experimentó este gremio, aunque no es partidario. “Con los niños las clases online son inviables, funciona mucho mejor el boca a boca”, incide el profesor.
No todo el mundo piensa como Enrique López Valle. De hecho, son muchas las academias en la ciudad que, a pesar de su veteranía en el sector, han incorporado la enseñanza online en beneficio de sus clientes. “Resulta mucho más fácil. A veces no podemos llevarlo hasta la academia y, así, nos aseguramos de que aprenda igual”, expresa Silvia Rodríguez, madre de un alumno de Primaria que por falta de concentración, “este apoyo le resulta vital para su formación diaria”.
Piensa lo mismo Juan Pinto Lojo, opositor de Educación y licenciado en Biología y Química. “En la modalidad presencial la comunicación suele ser fácil y fluida, pero no es algo imprescindible. Me parece lo más recomendable en el alumnado joven, pero todo depende de la disponibilidad horaria de profesor y alumno y, sobre todo, de la capacidad y los medios para trabajar con las TIC. Las clases particulares a distancia son el futuro”, asegura.
Pinto Lojo da clases de matemáticas en cursos de ESO y Bachillerato y de las asignaturas de física y química a nivel universitario. “Las clases particulares son, en este sentido, una ayuda económica que me permite estudiar con mayor tranquilidad”, explica el actual opositor de Educación. Sobre los motivos que llevan a los alumnos a acudir a él, coincide en que el mayor problema de la enseñanza es que “con ratios de un profesor para 25-30 alumnos es complicado atender a la diversidad de un aula, por lo tanto, los profesores particulares son una forma de conseguir un aprendizaje más personalizado y centrado en las necesidades del alumno”, concreta el opositor.
Aún así, tanto los profesores particulares como las academias de la ciudad confiesan no vivir sus mejores momentos en la enseñanza en un mundo en el que, como apunta López Valle, “cada vez es más difícil encontrar a alguien de confianza”.
Y es que, varios son los docentes y las academias que, aunque consideran que la recomendación es vital en este gremio, muchas veces los padres no dan las oportunidades suficientes y que, en este sentido, buscan resultados inmediatos. Aun así, la enseñanza individual y personalizada sigue siendo uno de los mayores alicientes para que tanto padres como alumnos, opten por la docencia de refuerzo.