La obra del Escorial en A Coruña ya tiene su final feliz

Finalizan los trabajos en las Casas de Franco, después de dos años y una intensa lucha vecinal
La obra del Escorial en A Coruña ya tiene su final feliz
Los vecinos de las Casas de Franco inspeccionan el entorno | Quintana

Van de la mano en la actualidad coruñesa la palabra casa y la familia Franco. Si el pasado martes eran los descendientes del dictador los que cumplían una vieja demanda y abrían el turno de visitas de la Casa Cornide, esta vez la noticia tiene que ver con el final feliz de otra vieja reivindicación popular. Y es que el conjunto de casas vinculadas al nombre del caudillo, situadas entre las calles de los monasterios de Bergndo y la de Toxos Outos, ha dado por finalizada una obra que estaba a punto de cumplir los dos años desde su inicio. Lo ha hecho con un sentimiento unánime de agradecimiento, satisfacción y felicidad por parte de quienes en su día se alzaron contra los planes iniciales del Ayuntamiento, con el que por otra parte acabaron por protagonizar un entendimiento y una conexión modélicas.

 

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Salomé probó todos y cada uno de los bancos | Quintana

 

Los obreros retiraron en la mañana del jueves las últimas vallas y abrieron el acceso rodado a la calle Monasterio de Bergondo. También dejaron al descubierto las dos zonas habilitadas para carga y descarga, así como la que próximamente debe delimitarse para personas con movilidad reducida. Desde primera hora, cuando el acceso peatonal era completo, los residentes escudriñaron cada esquina de un espacio que se recorre en tres o cuatro minutos de esquina a esquina, pero que cuyo diseño ha provocado cortes de calles, caceroladas, cruces de impresiones más o menos subidos de tono e incluso la creación de una plataforma de afectados. Hoy, el resultado final es prácticamente una concesión a todas y cada una de las demandas de quienes lo disfrutarán en su día a día, y que no tienen otra cosa que buenas palabras. “La lucha valió la pena, porque si te pones a pensar en cómo iba a ser hemos conseguido muchas cosas”, indica la portavoz de la plataforma, Deborah Cotelo. “Hemos conseguido llegar a acuerdos que jamás pensamos que lograríamos, pero ser agradecidos es de bien nacidos y ahora hay que hablar de una relación buena y fluida con el Ayuntamiento”, prosigue.
 

Así ha quedado el entorno

Una veintena de árboles, seis bancos y un firme gris reluciente, además de varias jardineras y un nuevo sistema de alcantarillado y cables han sido suficientes para contentar a los vecinos. Sin embargo, lo cierto es que en la práctica a los viandantes, comerciantes y hosteleros les ha quedado un parque y un área recreativa que, una vez crezca la vegetación, permite ser todo un pulmón en una zona otrora congestionada de tráfico y polución. “Me asombra que hubiera tanto espacio”, confiesa una de las voces más activas durante la famosa protesta vecinal.
 

Quizás, la mejor definición gráfica del soplo de aire fresco que ha supuesto la obra para el entorno lo representa Salomé, una vecina que durante la mañana se dedicó a probar cada uno de los seis bancos y las mejores posturas para estar a la fresca. “Hacía falta, aunque debería haber más bancos de madera”, comenta a El Ideal Gallego mientras recuerda: “Hay que ver todo lo que tuvimos que pelear”.

 


 

Según el Ayuntamiento, la obra puede darse por finalizada, a la espera de “pequeños remates que se pueden hacer con la obra abierta”. Entre esos matices están la petición vecinal de añadir otros seis bancos, así como bordillos para las jardineras, nuevos contenedores y la delimitación para personas de movilidad reducida. Pero todo eso, con la buena sintonía y lo que ya se ha remado y conseguido, es peccata minuta.

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