San Roque es uno de los santos más venerados a lo largo de la geografía gallega. En el área coruñesa, la palma se la llevan Betanzos y Sada, que organizan las fiestas más importantes dedicadas a este santo peregrino, patrón de enfermos, cirujanos y animales -sobre todo, perros-, al que se invoca para espantar las epidemias. Pero aunque la ciudad de A Coruña no tenga unas fiestas de San Roque como tales, opacadas por la importancia de las de María Pita, eso no quiere decir que este santo pase desapercibido en la urbe.
Hasta cuatro lugares, en puntos distintos de la ciudad, cuentan con el nombre de San Roque, el santo que fue contagiado de peste, se retiró a un bosque, un perro le llevó alimento y le lamió las heridas y le ayudó a recuperarse milagrosamente.
El primer San Roque herculino es un barrio, San Roque de Fóra. Entre Riazor y Labañou, este barrio predominantemente marinero y cuyo nombre pone denominación ahora a la avenida principal, bien pegada al océano, llevaba ese apellido de "Fóra" porque literalmente estaba fuera de la ciudad, en Oza, anexionada por A Coruña a principios del siglo XX. El límite, hasta 1912, se situaba concretamente en un pontón instalado en San Roque de Fóra, donde desaguaba un arroyo llamado San Roque.
El segundo lugar que lleva el nombre del santo comparte denominación. La playa de Lino es conocida también como playa de San Roque. ¿Por qué? Porque está al borde de San Roque de Fóra. Se trata de un arenal urbano muy pequeño y resguardado, de arena gruesa y fondo rocoso, situado al lado del mirador que contempla el lateral izquierdo de la bahía del Orzán.
Más hacia adentro de la ciudad aparece el tercer San Roque. Si junto al mar estaba la avenida, en Monte Alto se sitúa la calle. La calle de San Roque, que parte des de la calle Hospital y desemboca en plena plaza de España. Sin embargo, una de las cosas más reconocibles de esta es la conocida como la lágrima de San Roque, uno de los edificios más singulares de A Coruña. Este espacio comercial elevado figura en la lista de inmuebles protegidos en el Plan General de Ordenación Municipal, ya que es obra del racionalista Santiago Rey Pedreira. Allí se encontraba antiguamente una capilla, precisamente dedicada a San Roque, derribada a finales de los años 40.
El último de los 'sanroques' herculinos vuelve a estar junto a la playa, en este caso, de la de Riazor. Aunque el nombre por el que es conocido este lugar es el de las Esclavas (del Sagrado Corazón), el verdadero nombre de esta parroquia es el de San Pío X y San Roque, los dos santos a los que está consagrado el templo del Paseo de Ronda.