Mientras el apagón sembraba el caos en las casas, en las carreteras o en los trenes, muchos coruñeses que poco podían hacer hasta que volviera el suministro eléctrico, y viendo las temperaturas veraniegas de la ciudad en estos últimos días de abril, optaron por ir a las playas de la ciudad a pasar el rato. Así, como el que no corre vuela, y la ciudad no suele ser testigo de vivir grandes episodios de calor, los herculinos repitieron el plan de playa por segundo día consecutivo antes de la tormenta.
Y es que, pasadas las 15.00 horas de este martes, la estación del observatorio de Aemet registró una temperatura de 28 grados, el quinto valor más alto en un mes de abril desde, al menos, 1931. Sin embargo, diez minutos antes en la terminal de la Torre de Hércules, vigente desde mayo de 2015, se registraron 28,8 grados, récord absoluto desde su inauguración.
Según Brais Aldao, responsable del proyecto de metorología independiente 'MeteoBrais', pasadas las 14.50 horas se produjo en la línea del litoral un cambio de viento que produjo, en apenas media hora, un descenso de seis grados de temperatura y un aumento de hasta un 40% más de humedad.
Tal y como informa la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), para este miércoles se espera la llegada de una nueva borrasca, aún sin denominar, que puede provocar tormentas fuertes, por lluvias que pueden superar los 15 litros por metro cuadrado en una hora y por 40 en apenas doce. De hecho, a medida que avanza la tarde de este martes ya están creciendo nubes de evolución, sobre todo, en el interior de la comarca.
Para el jueves se espera una jornada de calma, pero el viernes volverá el riesgo de tormentas fduertes. Así, durante el fin de semana continuará esta inestabilidad con temperaturas mínimas de entre 13 y 15 grados, valores altos para la época del año, y máximas de entre 20 y 23, cuando lo normal en estos mese suele ser de 17.
A falta de que termine el mes y se valoren los resultados oficiales, este mes de abril superó las expectativas de hasta los más expertos y se espera que se pueda situar entre los cinco más cálidos de la serie histórica, solo por detrás de 2011, en el que se produjo la mayor ola de calor primaveral del siglo.