Coruña Insólita | Los cuatro hermanos gemelos del guerrero romano de la Domus

Armenia, Italia, Colombia o México son los lugares donde habitan las copias del soldado realizado por Fernando Botero y que fue colocado junto al museo coruñés hace ahora treinta años
Coruña Insólita | Los cuatro hermanos gemelos del guerrero romano de la Domus
Algunas de las piezas de la serie que hizo Fernando Botero y que hay repartidas por el mundo | Pedro Puig / Javadumper / Sgado walter / 23artashes

En el listado de estatuas emblemáticas de A Coruña, una de las de mayor peso, literalmente hablando, es la del ‘Guerrero romano’ de Fernando Botero que acompaña a la Domus. Es una figura reconocible por todos los coruñeses pero no es, ni mucho menos, una pieza única. El soldado tiene otros cuatro hermanos gemelos, igualitos que él, pero repartidos por todo el mundo. 
 

El 3 de mayo de 1995, hace ahora treinta años, fue colocada la imagen en su emplazamiento actual. El precio, sesenta millones de pesetas (unos 360.000 euros), hace que sea una de las piezas escultóricas más caras de la historia de la ciudad, solo por detrás de la operación que supuso recuperar la de Emilia Pardo Bazán, que costó alrededor de cien (aproximadamente 600.000 euros) entre la copia en bronce y la restauración, y un poco menos de lo que se gastó en otra insigne coruñesa, María Pita, que salió por cincuenta millones de pesetas (unos 300.000 euros). 
 

“El arte es caro, sobre todo, cuando es de calidad”, declaraba el alcalde de entonces, Francisco Vázquez, el día de la inauguración de la estatua, que tuvo lugar justo un mes después de que abriera sus puertas el museo. En la ceremonia de presentación del vigilante de la Domus estuvo presente el autor, que llegó a la ciudad, según contaban los periódicos en sus crónicas, a bordo de su avión privado. 

 

Un molde muy caro

“Es lo habitual en este tipo de piezas, hacer varias, porque el molde es muy caro”, explica José Luis Méndez Romeu, quien era concejal de Cultura en la época en la que se colocó al guerrero junto a la Domus. 
 

La idea, recuerda Méndez Romeu, surgió a raíz de la exposición que se montó en Madrid al aire libre con piezas de Fernando Botero, en el verano de 1994. Estaban buscando una obra especial y, finalmente, fue ese guerrero romano. Hasta el paseo de Recoletos, donde se mostraban las esculturas del artista colombiano, acudieron los representantes del Ayuntamiento de A Coruña,  a los que les gustaba también un torso, de mayores dimensiones y, por lo tanto, también de mayor precio, así que finalmente se inclinaron por esta figura. “Se adquirió a la galería Marlborough –recuerda el exconcejal– y ya sabíamos que había otras”. En el momento en que se efectúa la compra, Méndez Romeu conocía la existencia de, al menos, tres de ellas. 
 

El ‘Guerrero romano’ reunía algunas de las características que buscaban y encajaba a la perfección en el origen histórico de A Coruña, con sus antecedentes romanos, en una zona en donde se construyeron muchas villas de recreo, muchas domus –nombre que finalmente acabaría recibiendo el museo de la Casa del Hombre–, como lugar de descanso que era. “El sustrato de la ciudad es romano y por eso elegimos esa pieza”, recalca Méndez Romeu. 


Fernando Botero Zea, hijo del escultor, confirma que la estatua forma parte de una serie: “Todas firmadas y numeradas por mi padre”. Los gemelos del guerrero romano nacionalizado coruñés se pueden encontrar en otros puntos del planeta, bastante distantes entre sí, con la ciudad coruñesa en el medio. En tres continentes distintos. 

 

Donde están

Una está en Asia; forma parte de la exposición permanente que hay en los jardines del complejo Cascade, en Ereván, capital de Armenia, a más de 5.000 kilómetros de su hermana de A Coruña. Forma parte de la colección del Cafesjian Center for the Arts junto con otras obras monumentales del maestro y ocupa un lugar destacado en uno de los centros culturales más importantes del Cáucaso.
 

Otra está en Pietrasanta, en Italia. “Era una ciudad profundamente querida por mi padre, quien vivió y trabajó allí durante décadas”, recuerda su hijo. En Pietrasanta no solo produjo gran parte de su obra escultórica, sino que también dejó una huella importante en la comunidad artística. “Está expuesto de manera permanente en un espacio público, sumándose al diálogo entre arte y ciudad que tanto valoró”, comenta Botero Zea.
 

Las otras están América. Una, en la plaza que lleva el nombre de su creador, Fernando Botero, en su ciudad natal, Medellín. Allí se exhiben 23 esculturas monumentales donadas por el artista en un espacio que se ha convertido en un museo al aire libre y un gran orgullo para los medellinenses.
 

El último de los gemelos está localizado en Ciudad de México, donde residió gran parte de su vida el escultor. En este caso, la versión de la escultura no forma parte de ningún museo. “Se encuentra en mi colección privada”, explica Fernando Botero hijo.


Esta escultura de 3,80 metros de altura y una tonelada de peso, era una de las piezas favoritas del artista colombiano, con “la monumentalidad como lenguaje, la forma redondeada como celebración de la vida, y una profunda conexión con el arte clásico reinterpretado desde América Latina”, explica su hijo, que sabe que la obra de su padre “se ha convertido en un símbolo muy querido en A Coruña”. 

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