¿Por qué A Coruña derrite los helados tan rápido?

Los establecimientos de hostelería se han cansado de un refrigerio tradicional
¿Por qué A Coruña derrite los helados tan rápido?
Una cafetería de A Coruña anuncia los helados industriales junto al menú del día | carlota blanco

Hace años que el helado ha dejado de ser un elemento estacional, especialmente en la forma de enfocarlo de un coruñés, para el que no es ni sinónimo de sol ni de playa. Sin ir más lejos, las colas que se forman al término de cada concierto de las Fiestas de María Pita marcan unos usos y unos hábitos muy alejados a los que pensaron nuestros padres y abuelos, o simplemente el turista que alucina con la milla de oro de las heladerías, entre la calle Real y Puerta Real. No obstante, al mismo tiempo que han ido cogiendo fuerza, presencia y buena salud los establecimientos de elaboración artesanal, los más industriales que se pedían en la tienda del barrio o el bar de la esquina se han ido cayendo. Hemos dejado de chupar Frigopie o Mikolapiz para montarnos en las interminables bolas de maracuyá, mango o pistacho. 

 


Encontrar una cafetería que todavía tengan el famoso trípode con la carta de helados de una marca X en la terraza resulta casi un viaje a la nostalgia y al pasado, un ejercicio de memoria. Ni siquiera las tiendas de gominolas, donde antes eran habituales, pueden considerarse un reducto. Por ejemplo, en las diferentes tiendas Xiana el cucurucho artesano, por más que venga de fábrica, ha sacado bola y mostrado músculo. Para Héctor Cañete, presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de A Coruña, es una cuestión práctica y, como en toda empresa, de costes y beneficios. “El arcón enorme que veíamos en las cafeterías consume tanto electricidad como espacio, pero a fin de cuentas también de márgenes”, explica. “Los helados industriales han quedado solamente para los niños, mientras que el adulto ha querido evolucionar hacia un helado gourmet. El Mikolapiz o el Fantasmiko ya no los piden”, añade. 


Tipologías 

Diferencian los hosteleros entre el llamado “helado de impulso”, que es el individual, o la alternativa a granel que se mantiene en la carta de algunos restaurantes. El primero de ellos complica la contabilidad y ha provocado que los empresarios optasen por eliminar un clásico. “Han desaparecido bastante, porque directamente no compensa”, subraya Cañete. Se trata, por definición,  de aquellas elecciones “por impulso” que marcaron a toda una generación en los 80 y los 90 .

 


Por otra parte, el llamado helado a granel también se hace complicado para un hostelero. Es habitual ver cómo Bico de Xeado u otras empresas de elaboración artesanal surten los postres de los mejores restaurantes. No obstante, también les meten en una obligación de mantenimiento que es fundamental para mantener ese regusto. “Se ha evolucionado hacia el vasito gourmet en pequeño formato, porque el helado individualizado es mucho más cómodo para empresario. El helado a granel se estropea y se cristaliza, es un producto caro y se deteriora con bastante calidad. La humedad del ambiente lo cristaliza”, subraya. 


La desaparición de la bruja, el Calippo o el Frigopie no es del todo un hecho: en los supermercados es posible encontrar tanto los originales como las imitaciones de marca blanca. Según un trabajador que los repone con asiduidad ahí compiten de igual a igual con otras marcas gourmet internacionales. Y, al contrario de lo que pasa en los establecimientos hosteleros, no son los niños del 2025 sino los de la EGB los que se los llevan en cajas de cuatro, seis o hasta ocho. 

¿Por qué A Coruña derrite los helados tan rápido?

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