Está de hijos pródigos llena la ciudad, y quizás sea el pregón de las fiestas en donde los barrios han encontrado la forma de presumir de los suyos y ponerlos directamente en el escaparate como reclamos, pero también como ejemplos para las nuevas generaciones. Sucedió hace una semana en A Gaiteira, con la investigadora Marisol Soengas, y volvió a pasar anoche en la Sagrada Familia, en una pista deportiva a la que Álex Bergantiños volvió para hablar de los años en los que él esquivaba jeringuillas y malos ejemplos con tardes enteras de fútbol de barrio. Allí, bajo la solemnidad del histórico local del Imperátor, el niño de la Sagrada que acabó siendo capitán del Dépor más sufrido, realizó un multitudinario y emotivo discurso de apertura de los festejos.

Poco después de las 21.30 horas, Bergantiños apeló a la nostalgia, enalteció al barrio, y aquellas tardes de fútbol en las que la única señal de que era hora de marchar no era otra cosa que un grito de su madre desde la ventana: “Este lugar es muy especial, donde me crié y pasé tantos años. Este lugar significa mucho para muchos niños de mi generación y representa lo que es de verdad el barrio”, dijo.

Y es que dicen que no hay nada como volver a un lugar en el que fuiste feliz. Aunque el excapitán del Deportivo realmente nunca se fue. “Me siento un privilegiado de que cada vez que venía aquí me sentía como uno más. Esto es casa”, expuso. Tampoco se quiso olvidar del recientemente fallecido Juan Villamisar, presidente del Imperátor, club que vio crecer al jugador y que le daría el paso al fútbol profesional. Tras un sentido aplauso, Bergantiños aseguró que ahora es “tiempo de disfrutar y ponerse en modo fiesta”, lo que provocó que las decenas de personas presentes en la pista polideportiva de la Sagrada Familia corearan su nombre.