Hace 25 años: Toda la ciudad huele a Bens

Hace 25 años: Toda la ciudad huele a Bens

El periódico del 22 de septiembre de 1996 llevaba a su primera página la corresponsabilidad fiscal de las autonomías, el regreso del Deportivo a Riazor para continuar la escalada y el olor fétido de Bens, que invadía toda la ciudad. 


Las Esclavas en 1996


El olor fétido de Bens invade la ciudad

Los trabajos de emergencia que se vienen realiznado en el vertedero de Bens desde el pasado jueves han originado una ola de malos olores, que ayer se hizo patente en toda la ciudad. La llegada del viento del noroeste ha provocado un cambio en su dirección que extiende por toda La Coruña un pestilente hedor procedente del basurero y que llega hasta Veigue. El alcalde, Francisco Vázquez, ya explicó en diferentes ocasiones que los ciudadanos tendrían que soportar ciertos inconvenientes mientras durase el estado de emergencia en O Portiño. Por su parte, Javier Losada aseguró ayer que, a pesar del fuerte olor, "no hay ningún tipo de riesgo sanitario para la población". Los trabajos se retomaron con seis retroexcavadoras, con capacidad para retirar 1.350 metros cúbicos por hora; tres bulldozers, que remueven 50 toneladas en una hora y dos camiones. 


Maru00eda Dolores Martu00ednez Romero, periodista, primera redactora de El Ideal en 1931


Una periodista en tiempos difíciles

El cine y la literatura se encargaron de consagrar una imagen romántica y bohemia del periodismo en la que, habitualmente, quedaba poco sitio para las mujeres. Pero los años 30 fueron una época de cambios. En Galicia llegaron a las redacciones de los periódicos las primeras mujeres. Antes había habido otras: colaboradoras, literatas e incluso una corresponsal de guerra, Sofía Casanova, pero no mujeres integradas en la plantilla de los medios. En El Ideal Gallego la primera mujer en ocupar un puesto en la Redacción fue María Dolores Martínez Romero, hoy viuda de la Cuétara. Era el 15 de junio de 1931 y Dolores Martínez se incorporó a la Redacción con 18 años y cobrando un sueldo de 150 pesetas al mes. "Era un sueldo muy bajo, aún para la época", explica. La incorporación se produjo por el expreso deseo del director de la Editorial Católica, Ángel Herrera Oria, de dotar al periódico de "un toque femenino", recién adquirida la cabecera por Edica. El director de El Ideal Gallego, José Martínez Pereiro, padre de la futura periodista, puso reparos a que la elegida fuera su hija pero Herrera se empeñó en entrevistarla. "Hacía de todo: corresponsalías, noticias de área metropolitana y Galicia... me entendía con los corresponsales y prepraba los textos", recuerda. "Y, en ocasiones, hacía información de calle sustituyendo por ejemplo a María Luisa Durán Marquina, la segunda mujer que se incorporó al periódico, en la crítica de espectáculos". Estuvo en la redacción de El Ideal hasta principios de 1937, luego desarrolló tareas de secretaria de redacción en La Voz de Galicia pero se fue cuando se le presentó la oportunidad de ocupar un cargo político cuando la llamó Pilar Primo de Rivera para organizar los sindicatos femeninos en Santander. Después de la guerra tuvo que elegir entre Periodismo y Derecho y eligió lo segundo.


Los coruñeses, indiferentes ante el nuevo nombre del Hospital Militar

El Hospital Militar se enfrenta a su nueva vida civil con un nuevo nombre: Abente y Lago, el del general que fue su director a finales del siglo XIX. El hospital, que ahora pertenece al Sergas, llevará ahora el nombre de este militar, inspector médico de primera clase y que desempeñó una admirable labor atendiendo a los centenares de soldados españoles enfermos que desembarcaban en el puerto coruñés al final de la Guerra de Cuba. Sin embargo, son pocos o casi ninguno, los coruñeses a quienes el nombre les suena de algo. 


Fuente de Santo Domingo en la Ciudad Vieja en 1996


Románico de imitación

Desconfíen del verdín que parece conferir siglos de historia a una solemne escultura de piedra porque puede ser que apenas haya cumplido la década y esté impregnada de una sustancia química que sirve de abono. De forma casi imperceptible, estos enmascarados históricos se cuelan en las calles y las esquinas de la ciudad y adquieren un aspecto de venerables antiguallas que engaña a propios y a visitantes. Más de un turista se ha fotografiado en la plazuela de las Bárbaras ante el imponente "cruceiro" sin saber que del monumento solo es auténtico el fuste. Una gamberrada acabó una noche con el original y se hizo una reproducción de urgencia que permanece allí desde entonces. El de San Jorge, en las proximidades de María Pita, es un bello trabajo de los setenta, una reproducción exacta de un "cruceiro" que se levanta en una parroquia de las cercanías. Los nobles bustos de Valle Inclán y Alfredo Suárez Ferrín en los jardines tienen añadidos de plástico y la fuente de la plazuela de Santo Domingo (en la foto) es uno de los orgullos de los canteros del Taller de Obras Municipales, que la instalaron hace apenas diez años después de tratar el granito con una sustancia que acelera la aparición de orín. El campanario de piedra de la Colegiata tiene factura contemporánea. El abad, Rafael Taboada, decidió sustituir por granito el campanario original, una torre de hierro y forja. Al parecer, los jóvenes trepaban por ella y hacían sonar las campanas fuera de las oras de oración. La actual iglesia de los Franciscanos fue trasladada piedra a piedra en los años 60 y, ante el dilema de dejar sin sostén a la Orden Tercera, optaron por inventar muros, una puerta y una torre copiando el modelo del edificio de los Franciscanos en Lugo. 

Hace 25 años: Toda la ciudad huele a Bens

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