Vacaciones en alerta

Con los móviles siempre abiertos y el arsenal jurídico constitucional a punto, los ministros se disponen a aflojar durante unos días el ritmo del trabajo y tomarse –si se pueden llamar así- unas cortas vacaciones. La situación en Cataluña no permite otra cosa. Aunque desautorizados urbi et orbi, los secesionistas continúan en su empeño de desconexión y, en justa lógica, el Gobierno tiene preparado su plan B de actuación: convocatoria urgente del Gabinete si el Parlamento de aquella comunidad admite a trámite la proposición de ley para la celebración del célebre referéndum del 1 de octubre.
En el terreno económico las aguas bajan más tranquilas, al menos en el corto plazo. Con la histórica EPA del segundo trimestre en la mano y el récord absoluto en la reducción del paro, Rajoy se mostró moderadamente triunfalista en el balance del curso político que hizo ante los medios días antes de iniciar las pretendidas vacaciones. Y tenía razones para ello.
Si las cosas siguen como hasta ahora, los 20 millones de ocupados de los que tanto habla podrían alcanzarse antes de 2020, la meta que el Gobierno se fijó para esta legislatura. No resulta extraño, pues, que España sea el alumno aventajado de la UE y que su economía siga al frente del crecimiento de los principales países del euro.
A juicio de las grandes agencias internacionales, el crecimiento que se espera experimente nuestro país en los próximos años será más equilibrado, tendrá más peso la inversión, se suavizará de forma armónica el consumo interno, las exportaciones seguirán al alza, y las empresas mantendrán una predisposición muy destacable a ampliar su capacidad productiva. El interés de los fondos extranjeros por nuestro país así lo confirma.
De todos modos y a pesar de que la estabilidad de gobierno ha sido superior a lo esperable, los mismos analistas no dejan de señalar que la senda de las reformas está parada y que va a ser necesario reactivarla para acompañar y acompasar el cambio de modelo productivo que se está produciendo.
Muy mucho me temo, sin embargo, que no va a ser así. Por una parte, porque la condición de gobierno en minoría y la falta de socios estables no van a facilitar las cosas por mucha voluntad que se ponga en buscar consensos. Y por otra, porque la oposición, más que en construir, en lo que realmente está pensando es en demoler las reformas llevadas a cabo en los cuatro años de la mayoría absoluta.
Suficientes florituras tendrá que hacer Rajoy para alargar en lo posible la legislatura y no convocar a las urnas por tercera vez en tres años, como para adentrarse con posibilidades de éxito en cuestiones complejas y de larga gestación como la financiación autonómica, las pensiones, el modelo fiscal o la liberalización de los servicios profesionales. Más de una quedará para más adelante.

Vacaciones en alerta

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