MI QUERIDO BOB

De repente ha amanecido un día tranquilo. Es como si hubiera pasado un huracán y ahora las cosas vuelven a su rutina. Los que luchan hoy se sientan a comer y beber con sus familias, a disfrutar una tarde junto a la frontera del mar, y por un momento parecen tocar las puertas del cielo.
La paz, siempre amenazada, ha encontrado su sitio entre nosotros y hemos acordado abrazarnos, durante veinticuatro horas, en pos de un bien común.
Pero no conviene olvidar que la gran nube negra está bajando y tarde o temprano volverá la tormenta, así que viviremos el momento sabiendo que, al fin y al cabo, no somos más que piedras rodando en el curso de la vida.
Hoy voy a saborear un largo y profundo trago de paz mientras me entrego a tu música. Ya habrá tiempo mañana para saber lo que ha de pasar.
De momento, Bob, mi amigo, la respuesta está flotando en el viento.

MI QUERIDO BOB

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