La cajera universal

La democracia es un buen corazón en medio de la dudosa bondad del corazón de los hombres, dada, por tanto, a mitificar al pueblo y su soberanía, almas de su esencia, lo sé, pero entiendo que debería ser más crítica y decirle a este cuatro verdades respecto al uso que de ella hace.
Sirva de ejemplo el pueblo catalán que consiente indolente que sus gobernantes desatiendan sus necesidades para centrarse en el derecho a decidir, la independencia y una supuesta supremacía racial y moral, mermada por una voraz España. Obviando que han sido y son receptores de fondos europeos. Que la independencia puede conducirlos a tener que abandonar la EU y hacer frente a la construcción de un estado. Y que si un día entran tendrán que aclarar si lo hacen como ricos o como pobres. En el primer caso, tendrían que seguir cooperando al desarrollo de los territorios europeos menos desarrollados. Y en el otro, poner la cara roja para pedir después de haber justificado su proceso de secesión en el hecho de librarse de supuestos pedigüeños.
Por otra parte, les han vendido decadencia por modernidad, insolidaridad en nombre del hecho diferencial, etc.
La revolución de los botigueros conduce inevitablemente a la creación de un supermercado al calor del contrabando. Negocio en el que la soberanía se concreta en una línea de cajas. Y entonces, el pueblo a reponer y la democracia a hacer caja. Les suena, ¿verdad?, es lo que viene haciendo de su mano: pues eso.

La cajera universal

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