El único pacto (im)posible

Los españoles han ido como nunca a votar. Ya veremos si lo han hecho tapándose la nariz o queriendo frenar a algunos. Lo han hecho, eso sí, después de una escala de mentiras y de un comportamiento nada edificante de la mayor parte de los líderes. Y el resultado final es el hundimiento del centro-derecha y una clara, y seguramente suficiente, victoria de la izquierda que puede gobernar, incluso sin los independentistas. No serán fáciles las negociaciones, pero a Sánchez se le despeja bastante el panorama. España no es diferente. Estamos tan divididos como toda Europa y surgen los mismos movimientos.
Al margen de los ciudadanos que han tenido un comportamiento ejemplar, hay tres grandes ganadores: el PSOE, cerca de la cifra que Pedro Sánchez se había marcado para tener manos libres para acuerdos y reformas. El éxito de Vox, bastante menor de lo que ellos mismos esperaban, abunda y certifica el hundimiento del PP y la imposibilidad de que la derecha arrebate el poder a la izquierda. Flaco favor. El tercer ganador es ERC, que va ser fundamental para que gobierne la izquierda y para presionar con una solución a la catalana. JxCat sobrevive al procès y a Puigdemont en el exilio. Los independentistas ganan porque en Cataluña barren a Ciudadanos y al PP y doblan al PSC. Mal panorama para los intereses de los no independentistas y para la solución legal de un conflicto que va a crecer. Y, por último, aunque pierde, y mucho, gana Podemos que alcanzará cuota de poder en el muy probable próximo Gobierno de Pedro Sánchez. Podemos va a tener ministros o ministras y ya veremos si Iglesias es o no vicepresidente. Del 15-M a La Moncloa en menos de cinco años. Todo un récord a pesar de la caída. El gran perdedor es Pablo Casado que pone al PP en la línea de la disolución, lo que sería grave para España, bueno para Vox y malo para todos. Y aunque gana, al contrario que Podemos, también pierde Ciudadanos al que los electores no le han confiado el encargo de liderar el destrozado centro-derecha, a pesar del batacazo histórico del PP. Aunque es mal momento para hacer cambios, ni Casado ni Rivera deberían seguir mañana o, cuando menos, después del 26-M.
Los dos juntos deberían rendir su último servicio y dirigirse al presidente del Gobierno y ofrecerle, además de sus cabezas -Arrimadas y Núñez Feijóo podrían ser los sustitutos-, el apoyo necesario de sus partidos para un Gobierno de coalición que ponga en marcha las reformas imprescindibles y pactadas de la Constitución, de la educación, de la justicia, de las pensiones, de la fiscalidad* y también la territorial. Todo antes de un pacto con quienes creen en la Constitución de aquella manera o, directamente, no creen en ella ni para reformarla. Podemos es un riesgo en el Gobierno de Sánchez, pero un pacto con los independentistas podría provocar una fractura en toda España similar a la que existe en Cataluña y un crecimiento aún más rápido de Vox y de sus planteamientos. ¿Aceptaría Sánchez un pacto constitucional, el único pacto que suma Constitución y ofrece seguridad jurídica? Para quien ha antepuesto seguir en el Gobierno al precio que sea a cualquier otra opción, este pacto necesario, seguramente será también imposible. Más aún si, como parece, controla el Senado.  

El único pacto (im)posible

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