Margallo no quiere recuncar

JOSÉ Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores con Rajoy, era un tipo que proyectaba dos imágenes. De puertas adentro, sus compañeros del PP lo tenían por un hombre con una desmedida ambición, especialista en la zancadilla para conseguir el quítate tú para ponerme yo; en cambio, de puertas afuera, pasaba casi por ser un lord inglés, nunca perdía las buenas formas y gracias a haber viajado por las cancillerías de medio mundo y haber leído mucho, transmitía la imagen de ser culto y simpático, vamos que no parecía un ministro. Ya fuera del Ejecutivo, se dedicó a cultivar otra personalidad, la de oráculo de Delfos, y pontificaba sobre cuanto asunto tenía alguna importancia, tarea que solo abandonó temporalmente para volcarse con Casado y amolar a la niña Soraya durante la primarias del PP. Reincorporado full time a la condición de deidad, ha sentenciado con rotundidad: “El mejor Sánchez es el peor Rajoy”. Borrell se va a Bruselas y deja Asuntos Exteriores, pero va a ser difícil que él lo sustituya.

Margallo no quiere recuncar

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