La suerte de un Pujolone

ORIOL Pujol Ferrusola nació para político. Es el benjamín de la prole que engendraron su padre, Jordi, el que una vez fue honorable, y su esposa, Marta, la mujer cuyo nombre en clave es la madre superiora, pero su destino era heredar la presidencia de la Generalitat pasando por delante de sus hermanos. Llegó incluso a ser secretario general de Convergencia Democrática de Catalunya, pero los sospechosos negocios de la familia Pujolone acabaron con su carrera, sobre la que cayó recientemente una nueva palada de tierra. La juez del caso ITV lo condenó a dos años y medio de cárcel desechando su plan para desempeñar trabajos en favor de la comunidad. No planteó ninguna propuesta concreta, pero hubiese podido ser el conductor del autobús a Andorra; no hay por qué temer que aprovechase para hacer portes por encargo de alguno de sus parientes, ¿o sí? Sin embargo, poco ha durado su encierro, pues en solo dos meses ha accedido al tercer grado. Anda que no va a haber políticos condenados por corrupción que pidan el traslado a cárceles de la república.

La suerte de un Pujolone

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