Larga e intensa

el rey firmó ayer el decreto de disolución de las Cortes y quedaron convocadas las elecciones generales para el 28 de abril. Aunque la campaña no dará comienzo oficialmente hasta el 12 de abril, ya todos los partidos están en plena actividad para explicar sus propuestas a los ciudadanos.
Se trata de una campaña de casi dos meses, que además tendrá su prolongación hasta el 26 de mayo, fecha en que los ciudadanos volverán a votar en las europeas, municipales y en trece comunidades. Un cierto empacho de sobreactividad electoral, que aunque las vacaciones de Semana Santa, la puedan aliviar algo, no deja de ser un periodo largo.
El debate sobre hasta qué punto influyen en la intención de voto las campañas vuelve a estar presente en la opinión pública, aunque en esta ocasión, y en referencia a las elecciones generales, es posible que sea la vez en que una campaña puede decantar más el voto en un sentido o en otro, dado el resultado incierto de las encuestas. En el bloque de la izquierda, parece claro que el PSOE va a ser el referente recuperando bastante voto que en un pasado reciente se le fue a Podemos, una formación en crisis profunda, con divisiones internas en diferentes territorios y con un Pablo Iglesias desaparecido hace semanas por el permiso de paternidad.
En el bloque del centro derecha, la disputa se presenta más apretada debido a la irrupción de Vox, que ya dio la sorpresa en las andaluzas y al que todas las encuestas pronostican un buen resultado. La incógnita es si el PP será capaz de mantener esa hegemonía en el espacio del centro derecha, para lo que sería necesario que taponara esa fuga de votos hacia Vox.
En cuanto a Ciudadanos, su objetivo de ocupar el centro y pescar votos tanto a su derecha como a su izquierda, está bien como diseño estratégico, pero habrá que ver si en la práctica se cumple, mucho más cuando va a haber una radicalización de las posturas, de aquí al día de las elecciones.
Esa radicalidad se plasma por parte del centro derecha en el objetivo de echar a Sánchez de la Moncloa y evitar que vuelva a gobernar con Podemos y los independentistas. Y por parte del actual líder del PSOE, la radicalidad se expresa en: o gobierno yo, o lo harán los tres partidos de la plaza de Colón. Así están las cosas de cara al 28-A.

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