El año comienza con el Gobierno metiéndonos el miedo en el cuerpo. Las últimas intervenciones del presidente Rajoy no han dejado indiferente a nadie, especialmente a los pensionistas y a aquellos que esperan que sus sueldos se vean incrementados de forma notable y no tan miserablemente como nuestro paisano nos comunicó. Y se quedó tan pancho. Ya nos podemos ir de vacaciones aprovechando las subidas. Los aumentos en las pensiones, algo más de un euro y de tres en el salario mínimo interprofesional me parecen vomitivos.
Esto no cuadra. Alguien nos sigue tomando el pelo. No sé qué podrá hacer un pensionista con un euro y pico más al mes. El señor Rajoy nos lo podría explicar. Tampoco sé lo que harán quienes tengan que depender del salario mínimo establecido para 2015. El señor Rajoy debe explicarlo. Todo esto me parece vomitivo cuando además, día a día, siguen apareciendo más casos de corrupción política. Esto no tiene explicación.
Sigue sin tener explicación. Se nos anuncia a bombo y platillo que la crisis comienza a ser historia. A veces pienso que Rajoy vive en un país imaginario. En España, desde luego, lo dudo. Los pensionistas están que trinan. Y no es para menos. Hace unos días, en un programa de TV no metieron el miedo en el cuerpo. Por un lado, un economista que había sido asesor de Zapatero y que ahora participó en todo esta reforma, nos muestra un batiburrillo de números y estadísticas que nos han dejado peor de lo que estábamos.
Esta gente habla un idioma que solo ellos conocen y que solo a ellos les interesa difundir. Lo único que sacas en claro y supongo que muchos de los espectadores también, es que el nuevo plan de pensiones que se anuncia, es una mentira “mal explicada” porque la realidad no es como la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, lo anunció. Aquí hay trampa.
Las pensiones, conforme los jubilados vayan cumpliendo años, irán a la baja. Esto no lo dijo la señora Báñez. El tiempo de los jubilados, a la hora de cobrar, corre en su contra. Y lo peor, en ese mismo programa se ha asegurado que en cuatro años, de seguir la tendencia actual de falta de empleo, las pensiones, ojo, “acabarán desapareciendo”. Y lo que más me enerva, es que ahora, cuando hay elecciones a la vista, crecen los actos de buena voluntad que demuestran que la política es un negocio que se ha ensuciado de forma muy alarmante. ¡Basta ya!