Bolsonaro II sigue la línea dinástica

SI al galgo le viene casta ser rabilargo, a Eduardo Bolsonaro le ocurre lo mismo, pero no en cuestiones de colas que los humanos, salvo en casos de malformaciones de la columna vertebral, no tiene, sino en capacidad de razonamiento. Hijo del ganador de las elecciones presidenciales brasileñas, su mente es tan disparatada como la de su padre. Sus últimos años, desde que dio el salto a la política, constituyen una ristra de perlas que darían para hacer un collar digno del Libro Guinness de los Récords. Desde proclamar que el feminismo es una enfermedad hasta llamar a su expareja “puta” y “perra” en las redes sociales. Desde afirmar que las mujeres de derechas son más higiénicas que las de izquierdas, pues “no protestan con el pecho descubierto ni defecan cuando lo hacen” hasta pedir ayuda para “detener la ideología de género” e impedir los matrimonios entre personas del mismo género, porque “acabarán casándose entre tres o cinco”... Llegará a ministro con su padre.

Bolsonaro II sigue la línea dinástica

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