Black friday

Este día me recuerda a los miembros de esas familias arruinadas que consumieron los últimos años de su vida aparentando ser lo que ya no eran a fuerza de aguja, plancha y absurdas teorías culinarias. Decadencia, eso me evoca, la que abate el espíritu de Europa y golpea a sus ciudadanos.
Un continente que esconde el declive que produce la extinción de las clases medias y bajas con toda suerte de autoengaños. En materia de moda, con la proliferación de grandes cadenas de ropa de bajo coste, fabricada sin apenas gasto en factorías de países preindustriales, con las que crear la sensación de acceso universal a la alta costura en malos tejidos y peores puntadas.
Defendían aquellos señores con sus zurcidos los nobles paños de esas vestimentas que al menos pudieron disfrutar, hoy no hay nada que defender, todo es atrezo desechable confeccionado en el peor de los acrílicos. HPero eso que importa, de lo que se trata es de estrenar, aparentar novedad y capacidad de consumo. Un engaño.
Y para profundizar en él hemos importado de La Gran Manzana el viernes negro, como preludio a otros muchos días de grises rebajas en los que poner al alcance de la mano de los europeos los productos al precio que de verdad pueden alcanzar sus maltrechas economías, producto de los bajos salarios y lógica pérdida de poder adquisitivo. En ese perverso juego la limosna disfrazada de oportunidad, salvando así la dignidad de todos con esa alegre indignidad.

Black friday

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