Con la caída de la hoja

Tengo la impresión de que al presidente de la Xunta de Galicia el lehendakari vasco le cogió con el pie cambiado y a punto de situarse en el estribo del merecido descanso veraniego para decidir sobre la fecha exacta de la convocatoria de elecciones autonómicas. La reflexión solo duró un largo fin de semana para hacer consultas y tomar la decisión definitiva que comunicó a golpe de lunes.
Insisto, creo que al mandatario gallego le cogieron con el pie cambiado, ya que su intención inicial era convocar los comicios en el mes de octubre, antepenúltimo mes del año, que siempre ha otorgado buenos resultados en distintos combates electorales. No será así ya que los gallegos nos veremos nuevamente ante las urnas cuando las hojas comiencen a desgajarse de los árboles.
No voy a entrar en las motivaciones políticas que indujeron a Núñez Feijóo para acceder al adelanto electoral y situarse en la misma franja del calendario que los vascos. Él habla de coherencia, responsabilidad y para no seguir forzando a los electores a unos comicios independientes que no tienen mucho sentido, sobre todo con la que está cayendo en estos los largos, tediosos y nada reflexivos nueve meses, con unos políticos incapaces de entenderse pese al mandato que les dio el pueblo.
El contador se ha puesto en marcha. El mes de agosto, inhábil por naturaleza en muchos frentes, no lo va a ser para los políticos, sobre todo los que buscan un lugar de salida en las listas electorales para asegurarse su futuro en los próximos cuatro años. Entre todo el amplio espectro de los futuros candidatos que buscan un lugar al sol del Parlamento, la única fuerza que en verdad está preparada es la de los populares. Socialistas, bloqueiros, podemitas, mareas y ciudadanos, por citar los que puedan tener posibilidades de conseguir actas de parlamentarios, aún andan con el candil buscando en el confuso mundo de las rencillas y facturas pendientes posibles candidatos. A todos estos en verdad que la decisión del jefe del ejecutivo gallego les cogió con el pie cambiado e intentando dar sensación de unidad que en verdad no existe.
Sobre nosotros comenzarán a caer encuestas e intenciones de voto como si de hojas otoñales se tratase. Y de nuevo los que se presentan nos harán promesas que luego nunca cumplen y se mostrarán cercanos, próximos y como los mejores defensores del bien público. Pura mentira. Las urnas nos esperan por tercera vez sin apenas pausa. Y en el horizonte una cuarta de cara a las mavidades, si es que los empecinados políticos no lo remedian.

Con la caída de la hoja

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