El porno no es la vida real

Los adolescentes españoles ven porno. Nada nuevo, dirán ustedes. La cuestión es que más de la mitad se cree que lo que ve en la pantalla es lo que debe llevar a la práctica en su vida. Lo que no deja de ser preocupante, no solo por la incapacidad de los chavales para distinguir ficción y relaciones reales –que también– sino porque el tipo de porno que consumen está marcado por la violencia, la falta de consentimiento, la desigualdad y la representación del dolor físico de la mujer como erótico. Esos críos que van por un camino muy equivocado son los que luego van a salir al mundo a cruzarse con chicas que no serán sus parejas, sino sus víctimas. La solución fácil es buscar nuevas fórmulas para que los adolescentes no accedan a contenidos pornográficos. La solución mejor es educar para que desarrollen una sexualidad sana. Y de paso, que alguien hable con los directores del género para que se hagan mirar lo que sea que tengan en la cabeza.

El porno no es la vida real

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