Construir un partido

No es fácil. Tampoco lo fue para Cesar cruzar el Rubicón. Y el Rubicón de Podemos se antojó un camino más azaroso y empedrado del que ellos mismos han creído. Todo venía rodado. Demasiado fácil. Como alguien dijo quizás han nacido prematuramente. O tal vez el éxito les llegó de forma precipitada. La vehemencia y la vanidad hizo el resto. Un sufflé que creció a velocidad de vértigo sobre un magma fácil, el descontento. Asaltar el cielo, pero éste no es un lugar físico. Y en política las oportunidades pasan demasiado deprisa. Sin estaciones intermedias en las que detenerse, tampoco hay espacio para los que no deciden dar el paso. Convicción y liderazgo, coherencia y cuerpo ideológico bien armado de pragmatismo y moderación. De lo contrario el choque es inminente.
Aprovecharon esa indignación que fue una mecha prendida por tanta desesperación, distancia y arrogancia de formas y políticas de otros, y donde el ciudadano sintió lejano el apoyo de quienes le gobernaban. Pero era una mecha prestada, sin inquebrantables adhesiones. Llegaron con aire nuevo y un discurso entre lo demagógico y lo práctico, lo efectivo y lo que miles de ciudadanos, hartos de lo viejo, o con cierto halo a rancio, estaban deseando escuchar. Una respuesta a cada problema, por débil que fuera la misma o irreal. Lo mediático por encima de todo. La estrategia era solo eso. Contrapoder y facticidad. Antiguos moldes leninistas trufados de un barato bolivarismo que alimentó discursos y acciones.
Pero llegaron y vieron que los clichés y los anatemas que blasonaron de otros los tenían dentro. Primero Errejón, luego inmediatamente Monedero, el ideólogo que no ha sabido empatizar con el ciudadano, se habían comportado igual que lo que con vanidad denunciaban y zarandeaban de otros. El daño estaba hecho en la línea de flotación del partido, de lo que irrumpía a una velocidad no vista en nuestra democracia, ni siquiera en los primeros meses de la transición. La que denostaban, sin embargo.
Pertrecharse, mantenerse a toda costa era imposible. Un dique que amenazaba con reventar y sobre todo, y más importante, desafección hacia ellos mismos, la misma que ha virado de repente pero en sentido opuesto hacia Ciudadanos. El áulico y bien remunerado asesor del chavismo tuvo que ser apartado de todo acto público. La calle le increpó. Pero no lo entendió. Ahí está el problema. Se marcha haciendo ruido, por mucho que dañe a su formación. Morir matando. Por mucho que se rectifique en apenas veinticuatro horas. El maestro no sigue y los pupilos necesitan ya la mayoría de edad definitiva. Es la política, dureza y confrontación, amén de golpes bajos. No debería ser así, pero por desgracia siempre ha sido así porque quienes la han prohijado desde la cuna han querido que fuera simplemente eso.
Construir un partido es algo más que eslóganes bien estudiados y discursos hilvanados con retazos tan grandilocuentes como gramscianos malamente comprendidos. Realismo y dosis de realidad es lo que está viend’o y viviendo Podemos. Lejana ya a los círculos, arcana en todo lo que dijo que no haría y hace sin embargo.

Construir un partido

Te puede interesar