Brothers in Band vuelven esta noche a casa (20.30 horas, Palacio de la Ópera), a un auditorio donde solo se contarán 100 asientos vacíos de los 1.700 y en una jornada baloncestística que también tendrá tiempo para tararear los hits de Dire Straits. Los coruñeses vuelven al lugar donde empezaron a hacer ruido con un nuevo show “The Very Best of Dire Straits”, en el que Rosende apunta que “damos un salto exponencial” para repasar trece años de carrera de la banda de Mark Knopfler, de 1978 a 1991, concentrados en dos horas y medio de directo: “No es fácil cuando para muchos es la banda sonora de sus vidas”. Después de ofrecer el espectáculo en Pontevedra y en Santiago, de pasearlo por Sevilla y hacer doblete en Barcelona, Brothers in Band actuarán en un espacio de formato medio porque “las salas se nos han quedado pequeñas”.
Los quince que mastican los éxitos de los británicos, nueve músicos y seis técnicos, no descartan actuar en pabellones grandes para descargar un repertorio que “siempre suena a fresco”. Rosende explica que las canciones de Dire Straits son como el buen vino, “con el paso del tiempo, las valoramos más. Son temas que se pueden compartir con amigos y familiares. Se transmiten de padres a hijos y aunque el perfil es de 40 a 65 años, ya nos vienen a ver jovenes con veintipocos años”. Son los nietos de una primera generación que vivió de primera mano la calidad de una banda a la que cada vez se aproximan más los coruñeses: “Mi voz se parece más a la de Mark, es más grave y no es de fumar ni de beber cerveza”. Detrás, afirma, hay mucho trabajo y ensayos, pero sobre todo, “muchos directos”.
Con un límite marcado, eso sí, Rosende lo compara con la música clásica: “No son obras propias, pero le puedes dar la temática que quieras”. Con cerca de 400 joyas de Dire Straits y Knopfler por separado, la banda tiene cuerda suficiente. El reloj se parará en el momento en que “la gente no quiera venir a un concierto”. Sentencia que no cree que tengan fecha de caducidad y recuerda con cariño cómo agarró la guitarra en los 90 para no soltarla: “Quién me iba a decir que la liaríamos así”, de los cuatro iniciales a los 15, dispuestos a “ir a por el Oscar cada noche”.