Cuando las ilusiones se convierten en realidad

Cuando las ilusiones se convierten en realidad
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La escena se repite todos los años, eso es verdad, pero no deja de ser la más feliz para los niños y la que más disfrutan sus padres viéndoles la cara cuando abren los regalos.
Efectivamente, es así. Los pequeños se despiertan, normalmente más pronto que tarde por la emoción, y no dudan ni un segundo sobre lo que tienen que hacer. Directos al salón. Allí, durante la madrugada, los Reyes Magos se han encargado de hacer lo que tenían que hacer: llenarlo de regalos.
La cara de los niños es exactamente eso. La cara. Es única, inconfundible. No hay otra expresión igual en todo el año. La felicidad podría entenderse así, viendo la cara de los niños en la mañana de Reyes.
Y entonces, llega el momento de ponerse manos a la obra. Un paquetito por aquí, otro por allá. Todo entre expresiones del tipo “¡mira lo que me han traído!”. Y la sonrisa que no se les borraba de la cara.

a la calle
Los regalos, digamos de interior, se disfrutarán en casa, pero los de utilizar en la calle hay que estrenarlos cuanto antes, sobre todo si el temporal ha dado una tregua, consciente de que es el mejor momento del año para los pequeños y que no se podía estropear.
Así que bicis, patinetes, carritos de muñecas, coches, balones y demás productos no aptos para usar en el salón, a la calle. Y de este modo, lugares como la plaza de María Pita, plaza de Pontevedra o plaza de España, entre otros, se convirtieron en el escenario perfecto para dar buena cuenta de los encontrado en el salón.
Y la mañana transcurrió de esta manera, estrenando los regalos que durante todo este año servirán para su diversión y entretenimiento –aún les quedan un par de días de vacaciones antes de volver a retomar las clases en el colegio– mientras pasan los meses hasta llegar, de nuevo, a la época navideña, cuando toque escribir una nueva carta a los Reyes Magos y vuelva a aflorar la misma ilusión, con deseos renovados, nuevos juguetes por pedir... Eso sí, como les van recordando, solo si se portan bien. Y eso tiene que empezar desde hoy mismo, 364 días antes de que esto se repita. 

Cuando las ilusiones se convierten en realidad

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