Luis Valiño se detiene en la figura de Pedro de Llano en su nuevo libro “Por vida de tres reyes” (Espacio Cultura Editores) para hablar de una época de bonanza en la ciudad en la que “el más tonto hacía relojes y los vendía”. El experto, que ayer presentó la publicación en el Spórting Club Casino, se sitúa en el reinado de Carlos III, “porque cuando llegó, A Coruña solo tenía 7.500 habitantes, en 20 años pasó a 15.000 y en los siguientes 20 alcanzó los 30.000”. La razón se debe a que el monarca fijó su puerto atlántico como el segundo punto comercial junto a Cádiz y esto hizo desembarcar “a navegantes como José de Llano, que estuvo siete años al frente de las naves reales y dejó dos millones de reales al morir”.
El escritor recuerda que suya era la casa grande del Cantón, que ahora ocupa Afundación. Antes de fallecer y al ver la pericia del tercero de sus hijos, Pedro, lo instruyó en el mercantilismo y desde corsario a supuesto traficante de negros, De Llano multiplicó el patrimonio y se postuló en contra del absolutismo. Aplaudió la Constitución de 1812 y “en unión con otros comerciantes, el ejército y profesionales liberales se reunió clandestinamente para crear grupos de opinión y dar dinero para luchar contra injusticias”. De ahí que Valiño fije en la ciudad los albores del preliberalismo y entre golpes de estado y pronunciamientos, el protagonista del libro destacó por su gentileza, siempre “por y para el pueblo” porque “si hacía falta arreglar las rampas del puerto, él ponía el dinero”.
Con Fernando VII, el especialista relata el exilio del personaje que de Inglaterra rebota a Francia y regresa para crear el periódico “El ciudadano por la constitución” o implantar en 1820 la mejor iluminación de la época en España. La caída del trienio constitucional le obligaría de nuevo a marchar, pero su nombre quedaría grabado en la historia para siempre. Hoy, Valiño pone su vida y obra encima de la mesa para compartirlo con el resto.