Reportaje | En A Coruña ya solo se deslizan por la barra las bailarinas

Reportaje | En A Coruña ya solo se deslizan por la barra las bailarinas
“Hache” deslizándose por la cucaña, en una imagen tomada hace varios años

Tristemente, las tradiciones van perdiendo terreno ante el imparable avance a medida que se impone algo tan prosaico como es la seguridad. Una de las últimas víctimas es la barra de los bomberos, lo que ellos denominan cucaña. Después de un año y medio cerrado con tablas, los presupuestos incluyen una partida para condenarlo definitivamente con hormigón. No hay otro remedio: el Gobierno local ha decidido que deslizarse por ella supone demasiado riesgo para unos tipos que se dedican a enfrentarse con las llamas o que se suben a los tejados para rescatar gatitos perdidos, o que se descuelgan por precipicios para llegar hasta pescadores accidentados.
En realidad, no es algo que ocurra solo en A Coruña. Los parques de bomberos de otras ciudades han sufrido también la desaparición de su cucaña debido a la prevención de riesgos laborales. Ni siquiera el hecho de que en A Coruña tuviera un cojín en su base o que otros modelos empleen una cámara de aire ha bastado para salvarlos de convertirse en una reliquia. Agustín Barreiro, alias “Hache”, presidente de la asociación deportiva y cultural de los bomberos reconoce que lamenta su desaparición y recuerda su origen en Boston: “Tenían una rampa para lanzar la paja y el heno para dar de comer a los caballos que tiraban de los bombas de agua. Entonces, una vez, uno de ellos se tiró por la rampa para llegar a tiempo”.
Sus compañeros, admirados por la celeridad del bombero, decidieron imitarle. Con el paso de los años, la rampa devino en cucaña. Ahora está pasando justamente lo contrario. “A nivel europeo, lo que están haciendo es sustituir la cucaña por una rampa”, explica Hache. No es el caso de A Coruña, donde simplemente los bomberos bajan corriendo las escaleras cada vez que suena el aviso de emergencia.
Al mismo tiempo, Hache reconoce que no todos los bomberos coruñeses usaban la cucaña cuando estaba operativa, pero él sí la usaba todos días. “Me hacía sentir como un bombero”, recuerda con nostalgia. l

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