A Coruña es la ciudad de Inditex y las compras; Vigo, la urbe industrial gallega; Santiago, la capital administrativa; Pontevedra, la ciudad a la que miran metrópolis de distintas partes del mundo por su modelo de movilidad; Ourense, la ciudad del termalismo, que ha crecido con un río por medio, ha hecho de sus puentes una enseña y se mantiene como la tercera población gallega. ¿Y Lugo? La ciudad más antigua de Galiaica, además de pedigrí tiene, entre otras cosas, patrimonio y capacidad de crecimiento, pero también muchos retos. Desde los ochenta fue la que más población ganó, hasta convertirse en 2007 en la cuarta urbe, tras adelantar a Santiago. En 2015 pasó a ser, además, la única ciudad gallega con más bienes Patrimonio de la Humanidad: muralla, Camino Primitivo y catedral.
“joven” y barata
El problema de Lugo es que, en términos generales, la ciudad lleva algunos años estancada. Da la impresión de que le cuesta encontrar su sitio en Galicia. Y eso a pesar de que, geográficamente, su posición no es mala, como puerta (una de ellas) de entrada y salida de Galicia. La parte negativa es que está en esa mitad de la comunidad despoblada y vieja. Las cifras no engañan. Ni siquiera el gran centro urbano de la provincia se libra de la migración. Entre 2008 y 2015 casi 10.000 personas dejaron el municipio para instalarse en otras regiones españolas (6.790) o irse al extranjero (2.742). A esas cifras hay que añadir las de movimientos dentro de la propia comunidad, muchos por motivos laborales. Como capital de provincia, sigue recibiendo habitantes de zonas rurales que buscan oportunidades laborales y servicios que no tienen en sus poblaciones, pero la realidad es que el crecimiento demográfico que la capital mantenía desde hace décadas y que le aproximaba al objetivo de los 100.000 habitantes, lo que le reportaría más Financiación, se frenó en 2014. Hay datos que arrojan esperanza. El IGE dice que, de los siete grandes municipios gallegos, Lugo es el tercero con población más joven (44,5 años de media en 2015), tras Pontevedra y Vigo. Y eso a pesar de que casi el 20% de sus habitantes superan los 65 años. La población inmigrante contribuye a ese rejuvenecimiento. Según el IGE, en 2015, Lugo era la ciudad con más porcentaje de habitantes extranjeros (4,7%), aunque también estos han disminuido y, tras años por encima de los 5.000, ahora mismo son 4.880, de 71 países y cuatro continentes. Lugo es una ciudad barata, solidaria y tiene una red de ayuda social bastante bien engranada, por lo que, aunque las oportunidades laborales es atractiva para personas con pocos recursos.
déficit de comunicaciones
En algunos aspectos Lugo se ha quedado anclada. Sigue siendo la única capital de provincia sin conexión directa con la gallega, ni por autovía ni por tren. La primera está en proceso, con algunos tramos abiertos y otros en los que aún no han empezado las obras. El tren ni se plantea en unos tiempos en los que los servicios ferroviarios de la provincia dan un paso adelante y otro atrás. En este momento, la ciudad se aferra a la esperanza de que Fomento se comprometa con dinero, no solo de palabra, con la mejora de la vía férrea que atraviesa la provincia para lograr una conexión más rápida con Ourense –de la que también se beneficiarían las poblaciones intermedias– y allí poder enlazar con trenes Ave a Madrid. Es una propuesta del Eixo Atlántico y, de forma inusual, ha obtenido el respaldo de todas las instituciones y partidos políticos.
empresas pioneras
El tejido empresarial es otra de esas parcelas en las que hay margen de mejora. El número de empresas radicadas en el municipio creció ligeramente (1,3%) en el último año, hasta 9.319, pero más de la mitad son personas físicas y solo 50 tienen más de 50 trabajadores. El 76% pertenecen al sector servicios y el 6,5 al primario. El municipio tiene una amplia extensión rural donde la actividad agraria y ganadera todavía tiene peso. Pese a eso es, básicamente, una ciudad de funcionarios, autónomos y empleados del sector servicios, aunque también este sector se ha visto muy resentido por la crisis.
La ciudad tiene potencial, como suelo empresarial y gente formada gracias a un campo con una oferta diversa aunque bastante especializada en el sector primario, el dominante en la provincia. Con todo, tiene pendiente el reto de ajustar titulaciones que apenas tienen demanda. Esta circunstancia y el declive demográfico de la comunidad están detrás de la enorme caída de estudiantes que sufrió el campus lucense desde los años noventa.
Aun así, tiene centros de referencia mundial, como la facultad de Veterinaria, y grupos de investigación pioneros que en algunos casos han dado lugar a empresas.
Cifga es referente en mundial en el desarrollo de métodos analíticos que permiten detectar toxinas marinas. Exporta productos a más de treinta países de los cinco continentes y apenas tiene competencia. El Instituto de Estudios Celulares y Moleculares (E-ICM) tiene una amplia cartera de análisis que ofrece a clínicas privadas y a hospitales públicos de varias partes del mundo y para 2017 se ha marcado el objetivo de ofrecer la secuenciación completa del genoma de los pacientes.
Geneacqua es otra spin off del campus, especializada en genética aplicada a la acuicultura. El grupo de investigación del que parte, Acuigen, fue el primero en hacer la secuenciación genética de un vertebrado (el rodaballo) en España.
Otro caso de éxito es AMSlab, un laboratorio que nació en 2008 y en la actualidad cuenta con más de 60 trabajadores y tres filiales en Marruecos, Italia y Portugal. Su actividad es transversal, de manera que hace análisis para el sector textil, cosmético, químico-farmacéutico, veterinario, agroalimentario o clínico-forense. A otros proyectos, como el Centro Tecnológico Agroalimentario, les cuesta más presentar resultados, a pesar de que ha recibido ya mucho dinero público.
potencial turístico
De vez en cuando y en algunos ámbitos, Lugo da pasos de gigante, aunque casi siempre sin hacer ruido. En lo que va de milenio sufrió una transformación importante en distintos aspectos. El problema es que alguna de esas inversiones no se están rentabilizando o cuidando suficientemente. Vio mejorados servicios básicos como el abastecimiento y el saneamiento –los lucenses vuelven a beber agua del grifo–, pero sigue sin sacar partido a la millonaria inversión realizada en el sistema para aprovechar agua. Se dotó de una red de museos más que digna, pero su gestión es muy deficitaria y especialmente flagrante en el caso del MIHL, que estaba llamado a ser el primer gran museo de la ciudad.
El salto en el plano turístico también es evidente. Los veranos lucenses se parecen muy poco a aquellos de finales de los noventa, donde cualquier tarde de fin de semana se podía recorrer medio casco histórico sin cruzarse con nadie. El verano pasado, algún restaurante seguía sirviendo comidas a turistas a las seis de la tarde. Eso, a pesar de que Lugo carece de una verdadera política turística y a que ha perdido plazas hoteleras por fracasos de proyectos empresariales. El nuevo hospital ha sido un avance, a pesar de que algunos servicios han tardado.
En Lugo parece que todo cuesta un mundo. Y no faltan las ironías. El Museo Interactivo de la Historia de la ciudad hace aguas, literal y metafóricamente, pero recibió varios premios de arquitectura. La ciudad esperó una década por un auditorio nuevo, y al fin está terminado, pero sin fecha para abrir por el desacuerdo entre administraciones sobre quién tiene que equiparlo. Eso sí, está nominado al Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea.
precario equilibrio político
Desde junio de 2015, un gobierno en minoría (8 concejales de 25) gobierna la cuarta ciudad gallega. Lo hace con muchísimas dificultades, debido al reducido equipo de trabajo, a los complicados asuntos que heredó y al poco acierto en la gestión de otros. Por momentos, la ciudad parece al borde del colapso. Hay 30.000 facturas eléctricas por pagar (por dificultades de tramitación, no de tesorería) y el futuro de la escuela municipal de música (700 alumnos) es incierto después de que un juzgado anulara el nombramiento del profesorado. Son dos ejemplos de un Concello que vive en un precarísimo equilibrio pero que, mal que bien, va aguantando.
Porque lo que no falta en Lugo es gente tan dejada y desapasionada para algunas cosas como volcada en otras. La mejor promoción que tiene la ciudad desde hace años es el Arde Lucus, la fiesta de su origen castrexo-romano. Nació de la nada, transcurridos quince años está a punto de convertirse en fiesta de interés turístico nacional y nadie tiene más mérito en ello que los lucenses, que desde el inicio se han implicado de una manera extraordinaria.