La coraza del Orzán, como ya no la vemos

La coraza del Orzán, como ya no la vemos
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Desde los tiempos de Felipe II ostentó A Coruña la condición de plaza fuerte, y ya desde la Edad Media estaba fortificada, pues de aquel período era la muralla que rodeaba la Ciudad Alta o Vieja. El arrabal de la Pescadería, residencia de marineros y mercaderes, también contaba para su defensa con una muralla en su frente de tierra, que se extendía desde el Orzán, donde se encontraba el baluarte del Caramanchón, hasta el puerto, donde se hallaba el fuerte del Malvecín.
No existía sin embargo defensa alguna que protegiese el frente del puerto, por la desaparecida playa de la Marina, ni el arenal del Orzán, que quedaban al descubierto.
A Coruña continuaría manteniendo sus murallas hasta mediados del siglo XIX. En 1840 el Ayuntamiento acordó el derribo de las que separaban la Ciudad Alta de la Pescadería. Aquel acuerdo municipal pretendió ser un importante paso para el desarrollo urbano, con la creación de nuevos espacios de comunicación y esparcimiento, aunque hoy con una visión diferente de las cosas, la ciudad herculina tendría mayor atractivo si hubiese conservado sus fortificaciones.
Actualmente figurarían sin duda en las guías turísticas y en las postales. El derribo de las murallas de la Pescadería se iniciaría en 1869 y permitiría el trazado de la calle Juana de Vega y el ensanche de la población. Únicamente permanecería unos años más la batería de Salvas (situada en el antiguo fuerte del Malvecín), hasta su demolición finalizada en 1905, que posibilitaría la creación de los jardines de la Rosaleda.

el espigón
En nuestros días, como último vestigio de aquellas antiguas  fortificaciones de la Pescadería no se conserva más que la Coraza del Orzán, antiguo espigón artillado avanzado hacia el mar. Su aspecto actual es el resultado de una reforma del año 1763 y se halla integrada en el Paseo Marítimo como rompeolas y mirador que se asemeja a la popa invertida de un barco, contra la que rompen en el invierno las furias del proceloso océano. No obstante, este espigón del Caramanchón se halla desvirtuado sin los elementos que lo caracterizaban. Originalmente, contaba en su extremo con una garita de vigilancia costera, cuya base (lámpara y cordón) aún está perfectamente conservada y es visible desde la playa de Riazor.
En ese mismo lateral de la Coraza había varios cañones emplazados para la defensa (tal com se puede observar en el plano de la época).
Estos datos invitan a una adecuada reconstrucción pericial que realce su estética como elemento histórico-decorativo del Paseo Marítimo. Ello exigiría incorporar la referida garita (reconstruyendo el cuerpo y cúpula con su correspondiente ornamento, sobre la base ya existente) y reemplazar la impropia barandilla de cobre, por los pertinentes merlones distintivos y cañoneras para las piezas de artillería, tal y como vemos en la batería del Parrote.

patrimonio
Esta intervención subsanaría definitivamente la desidia de anteriores corporaciones municipales y al preservar el patrimonio histórico, daría vigor al consonante eslogan: “Así hacemos historia, conservando nuestro pasado”. Constituiría un loable logro, un indiscutible mérito.
Planteamos esta “Coruña posible” con la expectativa de que pronto sea una realidad la conversión de la Coraza, ejecutada con maestría, de modo que podamos admirar su nueva y genuina imagen (la de verdad), emulando con su batería de cañones al saliente defensivo del castillo de San Felipe del Morro, en San Juan de Puerto Rico.

La coraza del Orzán, como ya no la vemos

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