Un año del virus chino

l 11 de enero de 2020 China confirmaba la primera muerte por la COVID-19. De entonces a esta parte han fallecido en todo el mundo por dicha enfermedad más de 2,1 millones de personas y los contagios están llegando a los 99 millones de casos. La pandemia ha marcado un año vivido como el fin de una era.

La impresión de un antes y un después se agudiza en estos comienzos de 2021 con dos llegadas: la de las vacunas y la de Biden a la Casa Blanca. Y con un adiós: el del Reino Unido a la Unión Europea. De todas formas, ninguno de estos acontecimientos pone el reloj a cero, pero determinarán en buena medida las grandes incógnitas y cuestiones del año. ¿Dejaremos atrás la pandemia? ¿Comenzará la recuperación económica? ¿Se reconstruirá un orden internacional más estable? A estos y otros grandes interrogantes la revista Política Exterior acaba de dedicar su último número.

En el año transcurrido mucho se ha aprendido sobre este virus, parecido a otros de la misma familia, pero con características específicas, y que está sorprendiendo por encima de lo pronosticado. Se trata de un patógeno más contagioso y con una capacidad de mutación mayor de lo esperado. A la vista de experiencias últimas, los infectólogos empiezan a entrever que pueda persistir más tiempo de lo inicialmente supuesto y causar complicaciones aún después de haberse resuelto. Nada de paños calientes.

¿Y qué queda por saber? Los especialistas ponen el acento, entre otras cuestiones, en descubrir un antiviral oral, eficaz y de fácil administración, como ya existe con la gripe. Podríamos añadir su especial interés por identificar los mecanismos que hacen que los pacientes evolucionen de muy distinta manera; desarrollar técnicas más fiables de diagnóstico rápido, y seguir desenvolviendo nuevas vacunas de mayor duración y eficacia en todos los grupos de edad. Tareas, por lo que se ve, no menores.

Por lo demás, el aniversario se ha cumplido a las puertas de una ola generalizada y sin precedentes de contagios y en medio de un agrio cruce de reproches entre la Comisión Europea y las más tempraneras fabricantes de vacunas por el bajo e irregular suministro a los Estados miembros de la UE. Se trata de un problema a medio camino entre capacidad de provisiones ante la enorme demanda existente y lo comercial, donde otros países contrataron antes –tres meses- y amarraron mejor las cosas que Bruselas.

En la capital comunitaria molestan de forma especial los incumplimientos de la anglo-sueca AstraZeneca, pues se sospecha que está utilizando los cientos de millones adelantados por la UE para producir más rápido vacunas con destino a los ciudadanos del Reino Unido. En esta labor tiene volcadas a las dos plantas de fabricación con que cuenta en las islas. Con el bréxit recién ocurrido la cuestión se ha hecho material políticamente inflamable.


Un año del virus chino

Te puede interesar