La inserción laboral se convierte en la gran asignatura pendiente en el poblado de A Pasaxe

La inserción laboral se convierte en la gran asignatura pendiente en el poblado de A Pasaxe
La compraventa de chatarra es una actividad tradicional en A Pasaxe | javier alborés

Cuando a la concejala de Justicia Social, Silvia Cameán, se le preguntó ayer por cuántas familias del poblado de A Pasaxe habían sido reubicadas, prefirió no facilitar ningún dato, alegando que los servicios sociales están realizando un “traballo silencioso”. Sin embargo, fuentes cercanas al poblado señalan que, más allá de la limpieza del poblado o de la reubicación, el problema radica en la inserción laboral del colectivo chabolista, “sobre lo que no se está haciendo nada”, más allá de lo que el Ayuntamiento denominan como “traballo de formación que se leva a cabo cos residentes no ámbito da xestión dos residuos”. Es decir, la chatarra, que constituye uno de los principales medios de subsistencia en el poblado de A Pasaxe y una de las razones por las que se resisten a abandonarlo por un piso.
La compraventa de chatarra es una actividad tradicional de la etnia gitana, y el Ayuntamiento pretende impulsarla “para vincular a xestión de residuos con iniciativas de economía social, encamiñadas á inclusión sociolaboral de colectivos desfavorecidos como o que conforman as persoas residentes na Pasaxe, a través da profesionalización da súa actividad”.
El problema es que los chatarreros de A Pasaxe sienten recelos de cualquier cambio y el equipo de Hábitat Digno (el proyecto municipal), del que Cameán asegura que están haciendo una “enorme labor” tiene dificultades para convencerles. El pago de tasas para licencias supone un gasto que pocos están dispuestos a afrontar, igual que el problema, más evidente, del almacenamiento de la chatarra.
 

Almacenaje gratis
A día de hoy, toda clase de material metálico se acumula en el poblado de A Pasaxe que les ofrece espacio gratis en vez de tener que alquilar una nave. Los chatarreros incluso han dividido las parcelas para asegurarse suficiente espacio de almacenamiento. “En este trabajo, hay que esperar a que suba el precio del metal para venderlo”, explica uno de los pobladores. Eso significa que nunca tienen ingresos fijos, sino que dependen del flujo de la oferta y la demanda. “Ahora, por ejemplo, se vende bien, lo que pasa es que hay poca”, comenta el chatarrero que acaba de descubrir que el cargamento que ha comprado no es cobre, el metal más valioso, lo que significa que acaba de hacer un mal negocio.
Algunos valoran la posibilidad de montar una cooperativa, como hizo Arquitectura sin Fronteras con Mulleres Colleiteiras, pero la idea no cuaja.

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